viernes, 7 de septiembre de 2012

Mi casaaa



El extraterrestre de E.T. me había parecido siempre un poco moñas y un quejica. Pues bien, he cambiado de opinión. Yo también quiero volver a mi casa. Mi casaaa.

Ustedes creerán, como yo pensaba de E.T., que soy una moñas total. No es bueno hacer juicios sin tener todos los datos. Me gustaría saber cómo estarían ustedes si les hubieran dejado un mes entero encerrada con la cuñada. No la cuñada de ustedes, la cuñada de la jubilada.

En este periplo estival que se están dando me han llevado a algunos sitios pero en otros no permiten entrada de animales. Animales de cuatro patas, quieren decir, porque he visto yo cada animalada humana que p’a qué. Pero una es una gata y no puede presentar pliego de alegaciones.

Sé también que esa es la excusa, la razón principal es que el Heredero y la Miss se han ido a la playa con la Niña. Para que vea el mar, dicen. Pero que la niña no sabe lo que ve; son ganas de liarla. Naturalmente, la jubilada y el humano se han ido detrás. Y en esos casos ¿con quién se queda la gata? Con Esmeraldita.

Se lo digo como lo siento: mi humano es un santo varón pero con las mujeres no ha tenido mucha suerte. Su hermana por un lado y la jubilada por otro. No sé si me explico. Menos mal que me tiene a mí. Soy la única que le quiere desinteresadamente.

Esmeralda es lo más parecido a una cruz que te puede caer en la familia. No trabaja ni fuera ni dentro de casa, no ha tenido un mal novio que echarse a la biografía, no ha dado un paso por sí misma en la vida, es aficionada a enredar entre unos y otros, por el gusto de enredar y por no callar, más que por maldad. A cambio de todo ello es monárquica de la rama Sofía de Grecia.

Ustedes se dirán, ejemplares de ese tipo las hay a toneladas. Las habrá, no lo dudo, pero díganme cuántas de ellas hablan con la reina todos los días. Esa es la cuñada con la que me han dejado.

- Tu hermana está como una chota, no sé si es buena idea dejar a la gata con ella, dice la jubilada, con la dulzura que la caracteriza.

- Totalmente, admite el hermano. Como una chota pero indefensa, cuidará de ella y la servirá de entretenimiento.

Para lo que hemos quedado, me digo cuando se van, para entretener a la loca ésta. Lo confieso, dije la loca ésta por las veces que se lo tengo oído a mi humana pero ni de lejos sospechaba hasta qué punto. No me voy a extender mucho, sólo unas pinceladas y ya me dirán qué les parece.

Lo primero que hace la cuñada al levantarse es mirar las noticias en el teletexto para ver qué se publica de la casa real en general y de la reina en particular. Y, con el veranito que han tenido, raro era el día que no encontraba alguna noticia.

- Mira que es triste, que se haya tenido que llevar ella sola a los niños a Mallorca para que puedan bañarse, mientras los padres se quedan en Barcelona. ¿Qué tendrán que hacer los duques que no puedan acompañar a su madre? Ay, no, claro, si me lo tiene dicho Ella. Es que Juanito no quiere verle ni en pintura. A Iñaki, se refiere, que mira que es guapo y buen mozo el chico este pero, hija, nos ha salido un randa. Leticia es que se pone mala con solo oir su nombre. Este nos lleva a la ruina, él solito va a traer la república, dice. Y, claro, Felipe ¿qué va a decir?, lo mismo. Es que está muy enamorado, mi hijo, muy enamorado. Que nos amenazó con irse de casa si no le dejábamos casarse con ella. El rey se puso hecho una fiera, yo es que le mato, a este chico es que le mato, si ya me lo avisó el caudillo, mano dura, tú lo que tienes que tener es mano dura para meter en cintura a esta gente. Mira lo que nos pasa, mano dura teníamos que haber tenido con tu hijo.

Ella, así, con mayúscula, es la reina, por si no se han percatado y Esmeralda me lo cuenta como que la reina le hiciera confidencias cada noche a ella sola en rigurosa exclusiva. Que dan ganas de decirla, que la jubilada también compra el Hola y se ve Corazón, corazón, que hasta yo me conozco como están las cosas entre los hermanos y cuñados de la familia Borbón.

- Qué penita me da a mí esta mujer, sigue dándome la brasa. Qué mala suerte ha tenido en la vida. Porque, fíjate la hija mayor, que la cases con tanta ilusión, que fíjate que boda hicieron en Sevilla, con un noble de los de toda la vida, que ahora cualquiera quiere serlo pero Jaime es noble de rancia estirpe –se lo juro, ella dice de rancia estirpe- y que luego le salga así, como le salió. Después de haberle hecho dos hijos, cómo son los hombres, Poe, unos egoístas, que si él no la quería que no le hubiera hecho dos hijos a la pobre mujer. Y eso que tuvo un aborto, que podían haber sido tres. Bueno, tampoco es que ella le hiciera mucho caso, a ver, una chica joven y de buen ver (pero ¿dónde tiene los ojos esta mujer para decir que esa chica es de buen ver?, hombre por dior, que hasta yo sé distinguir), ¿qué va a hacer con un soso? Pues eso, darle aire.

Qué sabrás tú, pienso, más que nada para distraerme.  

Y luego, el marido, que eso sí que es una tragedia. Que te cases tan enamorada como ella se casó, que no hay más que verla en las fotos de la boda y que ella misma te lo dice, es que Juanito es el amor de mi vida. Porque Ella le llama Juanito, ya ves si es sencilla, porque otra cosa no será pero sencilla lo es del todo. Es una mujer con la que puedes hablar de lo que quieras, es culta, inteligente, guapa, educada. Claro, no va a serlo si es hija del rey de Grecia. Eso se nota, no como la pobre Leticia, que demasiado hace la criatura para estar a la altura pero no es lo mismo nacer hija y nieta de reyes que hija de una sindicalista y nieta de un taxista. No es lo mismo, las cosas como son.

Así todo un mes. A veces se le va el hilo y creo que se ha olvidado del asunto pero ella vuelve a lo suyo.

- Que no hay derecho, por muy rey que sea, no hay derecho que la humille de esa manera a la pobre mujer. Que no sabes tú lo que tiene llorado cada noche, cuando se queda sola. Porque, para que te enteres, no duermen juntos. Hace años que cada uno tiene su habitación y su cama. Pues cuando se queda sola, ella no hace más que repetir, pero ¿por qué me hace esto a mí? ¿A mí, que soy la reina? Eso me pregunto también yo, ¿por qué le hará eso a Ella, con lo buena persona y lo maja que es? Pero los hombres, ya se sabe, van a lo suyo. ¿Por qué te crees que no me he casado yo?

Mayormente, porque nadie se lo ha propuesto, pero no la interrumpo ¿Para qué?

- Porque no quiero que me pase como a Ella, que se tenga que ver a la otra en las portadas de todos los periódicos y leer que en España hay dos reinas. Vamos, ¿dónde se ha visto una cosa asi? Que vaya papelón, que te llamen del Boswana para decirte que tu marido se ha estrompado cuando estaba con otra más joven que tu. Que luego quisieron taparlo con lo del safari y lo del elefante pero él estaba a lo que estaba, que lo sé yo.

Peor aún es cuando salió el Hola con los príncipes herederos y las dos infantitas en Mallorca. Que aquello es como que te echaran azúcar por encima y te refrotaran. Toneladas de azúcar. Puaf.

- ¿A quién crees tú que se parece Leonor?, me pregunta un día. Es de las veces que más he sentido no tener voz humana para decirle: al repartidor del butano. A ver si así le da un patatús, se calla y me deja en paz de una vez.

- Me la podíais dejar a mí, que la entiendo y la cuido mejor que vosotros, propone la cuñada cuando mis humanos vuelven del viaje.

 



Mi humano se calla y yo me pongo en lo peor. Les miro con cara de angustia. No, la angustia no vale para este momento. Me acuerdo del gato con botas de Shreck y pongo ojitos a mi humana.

- Pero ¿qué dices? Si la gata es como de la familia, ya te la hemos dejado bastante, oigo a la jubilada.

 

No doy saltos porque no estoy para alardes y para no dar pistas pero me siento como la gata amiga del gato con botas. Ah, de paso, les informo que Esmeralda se da un aire a Fiona.

- Tu hermana está como una chota, lo que yo te diga, dice la jubilada cuando ya estamos en el coche. Te cuenta las cosas de la reina como si hablara con ella.

- A lo mejor habla, por falta de tiempo y de dedicación no será, responde él, La jubilada le rie la broma.

¿Broma? A ver si es contagioso.

martes, 4 de septiembre de 2012

Con la Benemérita hemos vuelto a topar




No saben ustedes qué veranito me están dando mis humanos. A la jubilada y al humano les ha entrado una especie de hormiguillo que les impide quedarse quietos en ninguna parte y se han echado a la carretera como si fueran adolescentes. He perdido la cuenta de los kilómetros recorridos. Media España y una esquina de Francia, no les digo más.

Mi humano es un hábil conductor, aunque solo sea porque lleva más de 50 años sobre ruedas: en bici, en carro, en tractor, en moto, en coche.

- Conduce con mucha seguridad y tiene buenos reflejos, asegura la jubilada cuando alguien protesta por alguna maniobra o por la velocidad.

- Ay, mi niña no vuelve a ir con vosotros, que le va a dar vértigo, protesta la Miss. Pero la Miss está en modo protesta y no le hacen mucho caso.

- A ver con quién va a estar la niña más segura que conmigo, se defiende mi humano. La Miss no responde porque va lívida. La jubilada va en modo “sí cariño”, como suele.


Mi humano es un hábil conductor, decía, pero con un hándicap. La Benemérita Guardia Civil la tiene cogida con él. Tanto es así que, cuando se encuentran un coche patrulla en la carretera mi humana le dice invariablemente:

- Párate en el arcén hasta que nos pierdan de vista.

Unas veces lo hace y otras se viene arriba y sigue. Resultado: una multa por año. A cual más injusta. Ninguna le quita puntos, sólo la paciencia y un mínimo de 100 euros. El impuesto revolucionario, lo llama la jubilada.

Hace dos años, iba por la autovía A-1 a su velocidad de crucero cuando se encontró en el carril izquierdo con un vehículo que circulaba a 60 kilómetros, impidiendo adelantar a los coches que le seguían. Permaneció así un rato hasta que le pudo la impaciencia y dio una ráfaga al coche de delante. Automáticamente, apareció una mano por la ventanilla del coche lento y de la mano una lucecita que identificaba al vehículo como de la Guardia Civil. 100 pavos.

Luego se enteró de que en esa zona la patrulla utilizaba la misma maniobra para hacer pasar por caja a incautos.

- Te han pillado como un pardillo, le dijo el Heredero.

- Pienso recurrir, respondió mi humano.  

Recurrió, efectivamente, y el Cuerpo le respondió que tenía mucho gusto en cartearse con él las veces que fuera menester pero que no le devolvía ni un céntimo.

En otra ocasión, les pararon mientras mi humana andaba enfrascada en el mapa de carreteras buscando una vía para volver a casa. Un civil joven al mando y uno mayor de segundo.

- Va usted distraído, dijo el guardia civil joven a mi humano.

- Voy atento y prueba de ello es que no me he salido del carril, respondió éste.

- Era yo quien iba mirando el mapa, mi humana se vio en la necesidad de intervenir.

- Pero mi mujer no conduce, conduzco yo, argumentó mi humano.

- Su mujer… o lo que sea, empezó el civil su discurso.

- Vamos a ver, le cortó mi humano, si cree que he incumplido alguna norma de la circulación sancióneme pero si no, déjeme seguir mi camino y siga usted el suyo.

Se libró porque el civil joven se percató de que había metido la pata. Es la excepción anual.

- Lo que más rabia me da, se queja mi humana, es de que la única verdad siempre es lo que ellos dicen. Es como si tuviésemos que pagar el impuesto revolucionario anual.

El impuesto de este año estaba escrito en las estrellas porque ni siquiera teníamos que pasar por aquella carretera pero se nos despistó la entrada de la autopista y cuando nos dimos cuenta estábamos en la N-II.

De pronto, nos topamos con una pequeña caravana. ¿A qué se debe la retención? Exactamente: a que va la Guardia Civil. Todos quietos.

- Tú tranquilo, aconseja la jubilada.

Tranquilo, pero va adelantando posiciones hasta que se queda detrás de la furgona que, a su vez, va detrás de dos camiones de gran tonelaje. Al cabo de un tramo se abre una recta y mi humano hace indicación de adelantar e inicia la maniobra. Cuando está adelantando en mitad de la carretera, la furgona da las luces de adelantamiento y sale del carril pero se percata de la maniobra de mi humano y vuelve a su posición.

- Échate para atrás que estos no te perdonan que les adelantes, dice la jubilada (que más sabe el diablo por viejo, etc, lo reconozco).

Pero mi humano, que cuando tiene razón es un poco echao p’alante, adelanta a la furgona y a los dos camiones antes de la prohibición de adelantar.

- Un poco justo has ido, comenta la humana.

- Me han sobrado 100 metros por lo menos, a pesar de que el tonto del culo de guardia me ha cortado la maniobra, responde el conductor.

Cien metros no, pero alguno sí le ha sobrado. Los humanos siguen adelante deleitándose en el paisaje hasta que, varios kilómetros y un buen rato después la furgona nos alcanza, nos adelanta y nos hace ademán de parar.

- Cagüen la leche, con lo bien que íbamos, dice la humana.

- Y lo bien que vamos a seguir yendo porque no he cometido ninguna infracción, asegura mi humano.

Aparcamos –la furgona y nosotros- en una rotonda. Provincia de Zaragoza, reza un cartel junto al coche de la Guardia Civil.

- No te pongas chulito ni discutas con él, déjale que se luzca si quiere, aconseja mi humana.

- Yo no me pongo chulito nunca, pero este no se ríe de mí, asegura mi humano.

De la furgona sale un civil entrado en años y se dirige a nosotros como Gary Cooper en “Solo ante el peligro”, deleitándose en la escena.

- A ver, la documentación.  

- ¿Por qué me para, si puede saberse?, pregunta mi humano.

- Porque ha pisado la línea continua al adelantar, responde el civil.

- No señor, no la he pisado, a pesar de que usted me ha dificultado la maniobra.

- Yo no le he dificultado nada. Usted ha pisado la línea continua porque ya iba justo al adelantar, insiste el Cooper civil.

- Déjalo, no discutas, repite mi humana en voz baja.

- No voy a consentir otra vez que se salgan con la suya, se lamenta mi humano.

Le da la documentación, el civil la coge y vuelve a la furgona como si desfilara para la Cibeles Fashion Week.

- No te sulfures, tengamos la vuelta en paz, repite la humana.

- ¿Que no me sulfure? No he pisado la raya, se ponga como se ponga este tío.

- Pues díselo pero no vocees.

- No voceo.

- Sí voceas, me estás voceando a mí, dice la humana.

- No voceo, estoy hablando en alto.

Los civiles se lo toman con calma. En la linde de la provincia de Zaragoza cae un sol de plomo que sube la temperatura en el coche parado. Mi humano emplea el tiempo en jurar en arameo contra la Guardia Civil en general y contra el civil que le ha tocado en desgracia en particular. 

- Tú ponte así, verás como terminamos, advierte la humana.

El civil baja de la furgona y se dirige de nuevo hacia nosotros, mete la mano por la ventanilla del conductor y le entrega un papelito que mi humano ni mira. Se baja del coche y ambos discuten a gritos.

- Ni se imagine que pienso aguantarme que me multe porque a usted le dé la gana.

- Pues no se aguante y no le multo porque me da la gana sino porque ha pisado la línea continua, responde el civil.

- No he pisado la línea continua, no la he pisado, diga usted lo que quiera, repite mi humano a voz en cuello.

- Y dé gracias que ha dado conmigo, que si da con otro compañero le pone otra multa por no haber dejado la suficiente distancia entre el camión y su coche al adelantar.

- Estoy hasta los cojones, mire lo que le digo, hasta los cojones de tener que aguantar que lo que ustedes digan sea la única verdad, sigue mi humano.

El civil le mira como si oyera llover. Mi humana se baja también y va hacia la furgona, de la que sale el segundo civil, un hombre más joven, con gafas, que lleva varias fotos en la mano.

- Que no he pisado la línea continua le estoy diciendo.

- Yo voy a veces en el helicóptero y desde arriba se ven bien las maniobras, mire, dice el civil joven mostrando una de las fotos en la que se ve a un coche invadiendo el arcén contrario en zona prohibida.

- ¿Que yo he adelantado así? ¿Que yo he adelantado en prohibido el adelantamiento?, grita mi humano.

- No, quiero decir que desde arriba se ve todo.

Hasta mi humana interviene.

- Yo no conduzco pero puedo asegurarles que no hemos pisado la raya continua, dice.

- Usted puede decir lo que quiera, pero yo digo que sí la ha pisado y eso es lo que va a misa, responde el civil mayor, en plan autoridad competente.

Mi humano y éste se van calentando en la discusión que a poco tiene que separarles mi humana. A cambio, se pone trascendente.

- Mire, venimos de unas vacaciones estupendas que ustedes no nos van a amargar pero esta noche, cuando se vayan a la cama, los dos sabrán que la multa es injusta y que no han dicho la verdad.

- Esta noche dormiremos bien tranquilos, dice el civil joven. Mi humana le mira conmiserativamente, como diciendo vaya luces que te ha dado la providencia, majo.

Por fin, la humana agarra del brazo al conductor y ambos vuelven al coche. Cuando ya se ha abrochado el cinturón, se pone las gafas, coge el papelillo y lee: 200 euros.

- ¿Cagüen la madre que le parió!, brama la humana, pero sigue leyendo la papela.

- 100 euros si la pagas antes. 

- No pienso pagar esa multa, voy a hacer un recurso y no la pago. Estoy hasta los cojones de estos tíos.

- Muy bien, tú haces los recursos que te parezcan pero primero pagas los 100 euros, antes de que se conviertan en 300.

- Que no pago, repite mi humano como un mantra.

- Mira que te he dicho que no te pusieras chulillo, reprocha la humana.

- ¿Yo me he puesto chulillo? ¿Yo?

- Los dos. Como dos adolescentes, a ver quién la tiene más larga. Mi humana cuando se pone fina dice esas cosas, no crean.

- Bueno, si nos vamos a poner así, mejor lo dejamos, propone el humano.

- Mucho mejor, donde va a parar, acepta la humana.

Al cabo de un rato, el conductor vuelve a la carga.

- Es que siempre me van a tocar a mí los más merluzos del cuerpo.

- Pues da gracias. Peor sería que nos tocaran los abnegados, esos que se dejan la piel rescatando viajeros de la nieve o sacando heridos y muertos de coches destrozados, concluye mi humana.

martes, 31 de julio de 2012

¡Sorpresa!


Olvídense de lo que les dije respecto al jubileo de la reina de Inglaterra. Los fastos del jubileo de mi humana van camino de dejar a los reales en una fiestas de barrio. Lo del pasado fin de semana fue la traca. Por el bien de todos, espero que sea la traca final porque ni ellos ni yo tenemos ya cuerpo para más jolgorios.

Ahora nos hemos venido al pueblo. Con el cuento de que en Madrid hace mucho calor, nos hemos trasladado. Vienen sin prisa, lo que quiere decir que hemos aterrizado para todo el verano.

Mi humana está totalmente suelta, ahora que no tiene que volver a trabajar. Se pasa el día haciendo planes y embarcando en ellos a mi humano, que se presta de buen grado.

- Y luego, nos vamos a la playa, propone un día.

- Vale, responde mi humano.

- Y luego, podemos ir a Bilbao al Guggenheim, dice otro día.

- Vale, dice mi humano.

Se le ve distraído pero ella no se percata. Yo oigo retazos de conversaciones y ato cabos. El Heredero y la Miss con alguien más de fuera que no logro identificar, andan maquinando algo.

- Yo apoyo lo que hagáis pero no me impliquéis que tu madre me lee el pensamiento, dice mi humano.

Los padres de la Niña se pasan el tiempo en el ordenador y al teléfono. Distracción que mis humanos aprovechan para requisar a la Niña y pasearla por el pueblo y alrededores.

- Están confirmados los de Madrid y los de Tarragona, también los de Barcelona, los de Cáceres y los de Zaragoza. Algunos no pueden venir porque les pilla de viaje o con compromisos, oigo a la Miss.

Por fin consigo entenderlo: están preparando una fiesta con la familia de mi humana y algunos amigos. Una fiesta sorpresa. Que ya es milagro que sea sorpresa porque medio pueblo está en el ajo. La Miss está hiperactiva; creo que quiere hacer méritos después de la racha morruda que hemos aguantado. El Heredero sigue taciturno, pero en él va siendo habitual. Mi humana en la inopia, igual de habitual.

Cuando me entero de que uno de los organizadores del evento es Valdomicer, del blog Andanzas y Rutinas y una de las asistentes Pilar de Abalorios, me entran los veintiún males. Éstos se van de la lengua y mi humana descubre mis andanzas en su blog, me digo. Me lamo el pellejo por si acaso es la última vez que puedo hacerlo.

La cita fue el sábado, en el salón parroquial, cedido para la ocasión. Han preparado varios ganchos para llevar a la jubilada al lugar, precaución innecesaria porque ella está totalmente in albis. Cree que van a comer con los primos como cualquier otro sábado.

- A ver si vamos a pillar a alguien rezando, dice mi humana cuando se aproximan al local. A veces, se cree graciosa, ya ven.

Abren la puerta y el salón está a oscuras. Sólo se distinguen los pies de los más próximos a la puerta.

- Justo, están rezando, dice mi humana, un segundo antes de que enciendan la luz y empiece a ver visiones.

- ¡Sorpresa!, gritan todos.

- Pero, pero, pero… es todo lo que alcanza a decir, la discípula de Castelar.

Cuando distingue a la mujer de Valdomicer está a punto de desmayarse creyendo que ve una aparición, pero luego ve a Pilar de Abalorios, a su santo y a los primos de los cuatro puntos cardinales de España y, por una vez, es verdad que se queda muda. Abrazos, lágrimas, risas, besos, otra vez abrazos. Cómo son de sobones estos humanos.

Cuando han dado varias veces la vuelta presentándose unos a otros y volviéndose a abrazar, mi humano dice a los blogueros.

- Mirad que os enseño que nieta más guapa tenemos.

- Si no os importa, acaba de dormirse, protesta la Miss, inútilmente.

Mi humano coge a la niña en brazos y la enseña como si fuera el tesoro de un galeón español del siglo XVII.

- No me digáis que no es la niña más bonita del mundo, dice a los recién llegados.

Todos se ven obligados a asentir: en efecto, esta Niña sólo es comparable a la Niña de los Valdomicer. Entonces, oigo que éste pregunta por mí.

- ¿Qué tal Poe?

De esta no me libro: ahora se van de la lengua y empiezan a contar que me leen y esas cosas. Del susto, me entra tiritona.

- ¿Cómo sabes que nuestra gata se llama Poe?, se sorprende mi humano.

- Nos lo habrá dicho tu chica, está al quite Abalorios.

No me atrevo a asomarme pero mi humano levanta las almohadas donde me he cobijado y me presenta. Sigo con la tiritera. Entonces, noto la mano de Valdomicer que me acaricia, mientras Pilar de Abalorios me guiña el ojo:

- Mucho gusto en conocerte, Poe. 

Respiro. La tranquilidad me dura poco. Empiezan los brindis –mi humana está concisa, es verdad que la emoción le ha dejado sin palabras- la comida, más brindis, el regalo, las fotos, otro brindis, los cafés, las copas, los bailes. Son incansables. 

Los hay de toda edad y ninguno se queda quieto. Los hay que bailan bien y los hay que hacen el gigantillo, como mi humana. Alguno se enchispa. Y que luego se diga de los humanos que es la especie inteligente…
La fiesta se prolonga por la noche y un poco al día siguiente. Luego, cada mochuelo a su olivo. Mi humana sigue dándole vueltas a cómo es posible que ella no se hubiera enterado de nada.


- Ya veo lo bien que sabes mentir, le reprocha a mi humano con la boca pequeña.

- No te he mentido, si me hubieras preguntado te lo hubiera contado. Eres tú la que no has preguntado, se defiende él.

Cuando volvemos a la normalidad, la jubilada advierte.

- Doy por terminados los fastos del jubileo. Porque entre excesos sentimentales y gastronómicos, veo que no llego a cobrar la pensión.

Yo los miro a ambos y me relamo disimuladamente. He llegado a la cúspide: ¿Qué más puedo pedir a la vida? ¡He conocido a dos blogueros de pro!

domingo, 1 de julio de 2012

Leche agria

 
Los fastos de la jubilación han durado lo mismo que el jubileo de la reina Isabel de Inglaterra y, excepto en la cabalgata por el Támesis, con parecido boato. Mi humana –y mi humano solidariamente- lo han festejado ya con todos sus conocidos y familiares. Los últimos, los Herederos y la Niña.

La Miss ha estado unos días con la Niña en casa de los santos padres en San Sebastián y han esperado a que volvieran para hacer la fiesta oficial. Igualito que los Windsord de Inglaterra.

Ayer vinieron a comer. La Miss está un poco ojerosa y el Heredero muy callado. Para mí que ahí hay asunto pero, como soy gata y vieja, dirán que son imaginaciones mías así que ni maúllo. La Niña se ríe y todos los celebran como si hubiera recitado la Divina Comedia. Mira que pueden llegar a ser tontos los humanos con sus cachorros.

- ¿Qué tal  tus padres?, pregunta mi humano a la Miss.

- Se han quedado un poco tristes cuando nos hemos venido. En los días que hemos estado no me han dejado coger a la Niña, responde ella.

- La naturaleza es sabia y sabe que los niños son para los jóvenes, que son quienes tienen energías, cuando eres mayor un niño acaba contigo, argumenta mi humana.

- Depende de los mayores, a mis papás les encantaría tener a su nieta todo el tiempo, insiste la Miss, con intención.

- Pues a mí, todo el tiempo, no. Ya tuve un niño en su momento, ahora quiero ser abuela para disfrutar a la Niña cuando quiera, no por obligación.

- O sea, que si necesitamos ayuda, a ti que no se nos ocurra acudir, replica la Miss.

El Heredero sigue mudo, como si no estuviera en la mesa.

- A ver si nos situamos, salta mi humana. Yo soy una abuela. Quiere decir que si un día he de cubrir una emergencia lo haría gustosa, dos emergencias, incluso. Pero no me he pasado la vida trabajando para llegar a mi senectud y convertirme en canguro honoraria. Yo no soy el sistema de Dependencia ni esto es el jardín de infancia.

- No te preocupes, afortunadamente, la Niña tiene quien la cuide pero bueno es saber que, si sus papás no pudieran pagar a una tata, la Niña no tendría quién le atendiera.

- Si sus papás no tuvieran dinero para pagar a una tata seguirían siendo sus papas, es decir, los responsables de su cuidado y atención, contesta mi humana.

- Ya, pero ¿Qué pasaría si no pudieran pagar a la niñera?

- Pues llevarían a la Niña a la guardería.

- Las guarderías también cuestan dinero.

- La llevarían a una guardería pública.

- No hay suficientes guarderías públicas, replica la Miss.

- Pues entonces, lo procedente es que los papás deberían acamparan a la puerta del Ministerio de Trabajo para pedir que crearan guarderías de empresa. O guarderías de barrio. O sea, guarderías baratas.

- ¿Y si el ministerio no hace caso?, responde la Miss, en plan retador.

- Pues deberían reunirse las mujeres jóvenes y advertir que si no dan más facilidades no traerán niños al mundo, dice mi humana. Se percata del silencio del Heredero y añade: las mujeres y los hombres jóvenes. Que los niños se hacen a medias.

La conversación, aparentemente inocente, se ha enredado un poco. Les miro a unos y otros y percibo una tensión soterrada. Mi humano sale al quite.

- Tú no tienes que preocuparte, que si el ministerio no te hace caso, aquí, tu suegra, te gestiona rápidamente una entrevista con la ministra, le dice a la Miss.

Con lo mona que es esta criatura y, desde que ha parido, qué mala leche se gasta.

martes, 26 de junio de 2012

Vieja y rara


Yo soy una gata vieja, no lo oculto, pero discreta. Una gata casera vale más por lo que calla que por lo que cuenta, como dice mi humana de los periodistas. Yo me callo mucho más de lo que cuento pero si te provocan un día y otro día y otro día, llega un momento en que saltas (es una metáfora, yo estoy para pocos saltos, que hasta subir a mi sofá resulta cada vez más difícil).

Y miren que he aguantado con las despedidas jubilares de mi humana, que parece que es la única que ha llegado a los 65 años. Se ha despedido de los compañeros de antes, de los compañeros de ahora. De todo el mundo. No quiero contar cómo ha llegado a casa después de las despedidas por prudencia; sólo diré que mi humana es de las que se colocan con el sonido del corcho al salir de la botella. No digo más. Que si sabes lo que te pasa no bebas, un mínimo de cabeza.

Luego lo cuenta como si fuera una gracia.

- Tomamos un gintonic en la Café Central y llegué a casa un poco perjudicada.

Un poco, dice. Si no encontraba la cerradura, que tuvo que salir mi humano a abrir la puerta. Eso, después de recorrerse medio Madrid, que su amiga Mariflor la paseó para que se despejara.

El domingo vinieron Mamen y Charly a ver el futbol y, como ellas son de poco deporte, aprovecharon para ponerse al día. Yo me lo sé de memoria porque lo he oído como 33 veces cuando lo contaba por teléfono pero como Mamen es igual de aficionada a la narrativa, tuvieron para toda la tarde.

Que qué penita más grande, oye, tener que dejar de trabajar, con lo contenta que ella iba todos los días, que qué compañeros más majos tiene, que qué gusto… Cuánta hipocresía por metro cuadrado, si estaba deseando de jubilarse. Que los compañeros le regalaron un jamón y le pusieron las velas como si fuera una tarta, que le han hecho un calendario con las fotos de todos, que le han regalado una pluma superguay… Y luego, la fiesta. Es que la oyes y crees que ha estado en la de la Rosa de Mónaco, por lo menos. Yo no puedo con estas cosas, francamente.  

Lleva las fotos en un pincho que, en cuanto alguien se descuida, conecta al ordenador y te enseña. Cien fotos –o más- de la fiesta.

- Me quedé a cuadros cuando llegó la ministra, que yo ni la había invitado ni nada, ni se me había ocurrido, pero se presentó y estuvo de lo más maja. Yo había invitado al secretario de Estado, que es un tío más próximo, muy cariñoso, que, además, es de la tierra. Tom Sawyer se ganó a todos pero tenías que ver a la ministra colegueando como una más, oye, a mí me dejó flasheada del todo...

- Pues, fíjate, yo sólo la he visto en el Parlamento y parece un poco borde, dice Mamen.

- Será una borde en el Parlamento pero en el cuerpo a cuerpo es cariñosa y amable, te lo aseguro, la defiende mi humana.

Ahí la tienen, ella, que presume de roja, abrazada a su ministra como los borrachos a la farola.

- En esta foto tienes ojitos de haber bebido, observa Mamen.

- Sí, un poco de vino nada más, pero me hizo efecto y creo que me pasé haciendo discursos, confiesa mi humana.

- Cuando ví que empezaba a hablar pensé: verás cómo se ponga a desbarrar, tengo que sacarla a arrastras, pero se contuvo, explica mi humano alfa.

- ¿Qué dijiste?, pregunta Mamen.

- Que me alegraba mucho de haber llegado a ver una mujer en el ministerio y que procurara hacerlo bien por la cuenta que nos trae a todos pero que, si algo le sale mal, no se olvide de que antes que ella hemos tenido que aguantar a más de un ministro muy, pero que muy giliposhas, cuenta mi humana.

- Joer, es que no deberías beber fuera de casa, razona la amiga.

- Me han contado que le dije que aproveche el buen equipo de gente que tiene en el ministerio, pero de eso no me acuerdo. Y de lo que ella dijo tampoco.

- Estuvo muy cariñosa, sí, aclara mi humano.

- Una sorpresa, doña Rocío, de verdad, repite mi humana.

¡Acabáramos! Ahora es doña Rocío. La oigo y no puedo contenerme. Doy un bufido.

- ¿Qué le pasa a la gata?, pregunta Mamen.

- Que se hace mayor como nosotros, ya ves, responde mi humano, sin quitar los ojos de la tele.

- Cada vez más vieja y con más rarezas, añade mi humana.

O sea, que la vieja soy yo, ya ves tú la adolescente. Y rara… ¡quién fue a hablar! Estaba yo tan contenta porque se han llevado a la Niña unos días a San Sebastián con los otros abuelos y tiene que venir mi humana a ponerme de mal humor. Eso, y el calor que está haciendo en Madrid, me ha llevado al ordenador y que salga el sol por Antequera (que no sé dónde está ni qué quiere decir, pero es lo que dice mi humana cuando se le entufan las narices como a mí ahora mismo).

Tengo que contarlo o araño. Vieja rara yo. Pues anda que ella…

miércoles, 13 de junio de 2012

Mi colega Tigris



Mi amiga y colega Tigris está en fase de traslado de domicilio. Ganas me están entrando de irme con ella. Emigrar, como si fuera una gata rumana o húngara. Esta casa no es lo que era y mucho me temo que no volverá a ser jamás el hogar apacible y tranquilo que alguna vez fue. Una, incluso gata, va teniendo una edad para según qué cosas.

Si me quedo es por mi humano alfa, a pesar de su debilidad por la Niña. A la humana no hay quien le aguante en modo natural y menos ahora que está en fase de retiro. Toda la vida oyéndola despotricar con su trabajo, que no ha tenido ni un solo jefe de su gusto y ahora anda amurriada por los rincones, pensando en qué va a hacer cuando se jubile.

Me contengo para no maullarla: que aquí la que tendría que estar amurriada soy yo. No se hacen ustedes una idea de lo que puede ser mi vida con la humana todo el tiempo alrededor y sin nada que hacer. Sólo de pensarlo se me ha puesto la cola como el cepillo de un autolavado de coches.

Así estamos estas semanas: entrenándonos para el futuro. Ahí es cuando se me ha ocurrido la idea de emigrar con mi amiga y colega. Pero Tigris es una gata joven que tiene que hacerse una biografía y yo, en materia de biografías, estoy de vuelta. Preferiría conservar mi estatus, mi sillón, mi hueco al sol en la terraza, mi sitio al lado del humano alfa en el sofá. Tampoco mi humana está para trotes, pero ella no se da por aludida.

Lo de los jefes y mi humana es una cosa de estudio. Algo patológico. Lo coge un psiquiatra equilibrado –incluso si no es argentino- la pone bajo el microscopio, escribe lo que ve y le dan un Nobel.

Por alguna razón que a una gata se le escapa, la humana tiene dos jefes: el supremo, que ahora es jefa, y el vicesupremo, que es y siempre ha sido jefe. La ministra y el viceministro, también conocido como secretario de Estado, actualmente el conocido como Tom Sawyer. Cuando nombraron a la primera pareció ponerse contenta.

- Por fin una chica al mando, repetía alborozada.

La cosa duró dos telediarios. En cuanto la jefa empezó a abrir la boca, se acabó el idilio. Y la jefa es de las que hablan. Y obran. Lo primero que obró fue una reforma de las condiciones de trabajo, aspecto sobre el que mi humana es muy sensible.

- Nos llevan a la miseria, éstos nos llevan a la miseria, repetía afligida.

La ministra empezó un periplo mundial por todas las emisoras de radio, cadenas de televisión y prensa afines al régimen para explicar las bondades de sus propuestas. En realidad, la jefa se limitó a pasear el argumentario proporcionado por las mentes pensantes de su partido, repitiendo oraciones como si se hubiera tragado un chip con la grabación.

“España necesita empleos estables y de calidad para ganar competitividad y asegurar el crecimiento futuro y, de esa manera, el mantenimiento del Estado del Bienestar", declaraba en la Cope.

"Los principales objetivos de la reforma laboral son más empleabilidad, más estabilidad, más derechos, más flexibilidad interna en la empresa, más eficacia en las relaciones laborales, y más eficiencia en el uso de los recursos públicos", afirmaba en Intereconomía.

Cuando la ministra pretende aliviar la presión reformista introduce otros asuntos con similar procedimiento. Es lo que ocurrió cuando, en sede parlamentaria, afirmó que la soberanía reside en el Congreso, pasándose por el arco del triunfo el artículo 1.2 de la Constitución Española: La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.

A mi humana estas declaraciones le han ido sublevando el ánimo hasta extremos de difícil descripción.

- Es mentira, todo lo que dicen es mentira. Están devolviéndonos a los años 50 del siglo XX, brama al oir a su jefa.

- Esto es la legalización de la esclavitud, insiste.

- Han dejado el mercado laboral en manos de los empresarios, apunta como discurso alternativo.

Así llevábamos varios meses cuando la jefa se desplazó al sur para algún menester ministerial. Embargada quizá por la emoción del solar patrio, se puso a largar y allí fue que dijo que la cosa laboral estaba en un tris de arreglarse por el favor de la Santa Patrona. La Santa Patrona del lugar es la Virgen del Rocío, imagen de mucho prestigio en el ámbito creyente.

- Ésta confunde la velocidad con el tocino o se ha privado con manzanilla, clamaba mi humana al ver las imágenes de su jefa. Desde ese instante, la ministra, antes Lurditas, ha pasado a ser Rociito y, salvo metedura de pata de alto nivel, así se va a quedar para los restos. Mi humana no hubiera tenido precio como bautista.

Mi humano y yo sabemos que la jefa hizo lo que todos hacemos en situaciones similares: un viva Castagena, pero el asunto del Rocío ha dado para muchos chascarrillos y raro es el programa de televisión que no se ha hecho unas risas a su costa.

  

El, de momento, último episodio ocurrió el domingo cuando en twitter salió un mensaje diciendo que la Rociito había sacado 5.000 y pico puntos en un juego de esos que tienen los móviles. Una cosa intelectual: aplastar bolas o matar marcianitos, no sé muy bien.

Cuando mi humana vio el tuit saltó como con resorte:

- Esto no es cosa suya, ¿de qué va a sacar tantos puntos con un juego de habilidad?

Al rato, un nuevo mensaje aclaraba que todo se debía a una travesura infantil. El niño de la ministra había cogido el aparato mientras su mamá entraba en trance a causa de la rueda de prensa en la que el presidente venía a negar –tarde y mal- lo que todo el mundo afirmaba a esas horas: que la economía española estaba secuestrada por los bancos y que el rescate se había fijado en una cuantía máxima de 100.000 millones de euros, que no sé cuánto es pero por las exclamaciones que oigo parece una cantidad exorbitante. 

Desde ese instante, mi humana está atacada de los nervios.

- No puede ser, no hay quien soporte un gobierno que nos lleva a la ruina, que no se entera de lo que pasa, que deja la gobernación en manos de la cofradía de la Ceoé de los Díaz Ferrán y de los banqueros de Rato.
Y aquí nadie dice nada, todos callados.

- El capitalismo es el único sistema que se adapta a todas las circunstancias históricas, trata de explicarle mi humano.

- No empieces templando gaitas con tecnicismos economistas, corta ella por las bravas.

¿Cómo quiere que alguien diga algo si ella no deja hablar?

miércoles, 16 de mayo de 2012

Cachorrro flauta


Me van a provocar una úlcera de estómago. Una es una gata sensible y las discusiones me causan trastornos gástricos. Esto no tiene arreglo y vamos a peor.

La última bronca llevamos arrastrándola desde el día de la madre. Esas cosas de humanos. Cogen un día cualquiera y lo dedican a un asunto: a las mujeres, al trabajo, al cáncer, a los niños, aquello que tienen a mano todos los días y puede que ni les presten atención, de pronto les da por celebrarlo. Ese domingo era el día de la madre.

Cuando lo oí en la tele inmediatamente pensé en la Miss porque mi humana no se cansa de repetir que su nuera se cree que es la primera y única mujer que ha parido en este mundo.

- No será la primera en parir pero es la primera en darnos una nieta, contemporiza mi humano.

Además de la Miss, celebraban su día mi humana y Gigi, que se había trasladado desde la Bella Easo –mira que son dados los humanos a poner apodos a las cosas-. Y lo celebraron en esta casa. Me pregunto si no tendrían otro sitio mejor para sus reuniones, pero puede que sean manías mías. Cuando llegan, bufo a la Niña, lo hago siempre no porque me moleste la cachorra, que a este paso va a ser lo menos molesto de las visitas, sino para que sepan que yo estaba antes.

- La Chiti se ha hecho una gruñona, tendrías que llamarla la atención, dice mi humana al humano alfa.

El humano me coge en brazos, me asoma al cuco de la Niña y me dice lindezas con voz suave.

- Mira qué guapa es y no te hace nada, tienes que cuidarla y nada de bufidos.

No sé dónde le ven la guapura a esta cosa que, con casi tres meses, tiene edad para andar corriendo y sigue pareciendo un rebujillo de carne, o dormida o llorando. Entre tanta expectación, la Niña se despierta y mira a los humanos que se amontonan alrededor de su cuna portátil, que son todos. Hace pucherillos, no sabe si llorar o seguir durmiendo, cuando mi humano se adelanta y la coge en brazos. La Miss pone el grito en el cielo.

- No la cojas, que tiene que dormir y además se va a acostumbrar a los brazos, ordena. Los humanos asistentes ponen cara de la que se va a armar pero mi humano hace como que no la oye –y mira que es difícil- y se pone a jugar con la cachorra.

La Miss sale de la habitación y se lleva a rastras al Heredero. Ya fuera, abronca al padre de la criatura.

- Si vamos a tener siempre este plan, yo no vuelvo con la Niña, ya lo sabes.

- ¿Y qué quieres que haga yo? Si no te hace caso a ti, tampoco a mí, responde él.

- Pues alguien tendrá que leerle la cartilla, creo yo, la Niña no es un juguete y tiene que dormir a su hora, insiste ella.

Yo soy una gata –“una gata vieja y gruñona”, según mi humana- pero estoy por asegurar que a la Miss se le está cambiando el semblante. Si la miras detenidamente, aquella carita de chica inocente y enamorada ha dado paso a un esbozo de mater amantísima y dolorosa en transición hacia la mala uva. Hasta el tono de voz parece distinto. Aquella voz sedosa que tanto nos gustaba se ha metamorfoseado en un ordeno y mando. La oyes y piensas en la Otan inmediatamente. A la Miss no le ha sentado bien la maternidad, me parece a mí, por mucho que celebre su día.

La comida terminó regular porque los santos padres vascos también han descubierto la impertinencia. Y ustedes me disculparán porque no sé si en este caso les acomoda mejor el ser o el estar… impertinentes.

-  ¿Cómo podéis vivir en este barrio?, comenta Ignacio.

- ¿Qué le pasa al barrio?, responde mi humana.

-  ¿No hay muchos extranjeros?, insiste el consuegro.

- Menos que en Marbella y a ti te gusta veranear allí, replica ella.

Incluso para una gata vieja como yo resulta evidente que a Ignacio no le gustan los extranjeros de nuestro barrio, que no sé en qué se diferencian de los de Marbella porque nunca he estado en esa ciudad. A esta gata también le resulta evidente que a mi humana no le gusta Ignacio, no sé a los demás.

Total, que las comidas con la sagrada familia cada vez son más rígidas y protocolarias, no sé para qué se reúnen.

- Estos tíos cada vez son más impertinentes y tontosl’haba, se queja mi humana cuando se van todos.

- Ya, pero son los abuelos de la Niña, responde mi humano.

- También nosotros somos abuelos y no somos xenófobos ni maleducados, dice ella.

Arrastran el enfado unos días y luego se les va pasando. Normalmente, se les pasa hablando de la Niña. En esta ocasión, han empalmado enfados.

El sábado pasado, el Heredero y la Miss se tomaron un respiro materno-filial y fueron al cine. Era la primera vez que salían desde el parto. Comieron en casa, echaron la letanía de advertencias sobre cómo tenían que dar el bibe a la Niña, cómo tendrían que cogerla si lloraba, cómo tendrían que cambiarle de pañal si lo manchaba, etc., etc. y se fueron.

- Podríamos darle un paseo hasta el Prado, propone mi humano.

- Ni se os ocurra, que la Niña duerma su siesta en la cuna, responde la Miss.

Tan pronto como los papás ponen el pie en la acera, mis humanos cogen a la Niña, la meten en el cochecito y se van con ella a la calle. Exactamente, a la manifestación del 12M en la Puerta del Sol. Antes de salir, mi humana pega a la capota un cartel escrito a mano que dice: Cachorro flauta.

No hubiera pasado nada si la Miss y el Heredero se hubieran quedado hasta el final de la película pero a la Miss le entraron las prisas por ver a la Niña y a mitad de la peli volvieron a casa. Me encontraron a mí que no era lo que esperaban, ya comprenderán. Se sentaron a esperar a los fugitivos, como el sheriff se sentaba en el saloom a la espera de la balacera. A la Miss le iba aumentando la presión, se le notaba a simple vista.

- Te lo había dicho, la Niña no se puede quedar con tus padres, que son dos irresponsables. Peor aún tu madre, que ha criado un hijo y debería de saber lo que es un niño.

- Pues para ser una irresponsable no parece que lo haya hecho mal conmigo, tercia el Heredero.

- Sobre eso también podríamos hablar un rato, si quieres, pero ahora no tengo ganas, responde la Miss.

- Tendrás quejas, reta el Heredero.

- Las tengo, ya que lo dices.

- ¿Si? ¿En qué, si se puede saber?, insiste el Heredero.

Ganas me dan de salir a la terraza, pero me quedo porque, de lo contrario, ¿cómo podría contárselo?

- En que andas tú muy suelto para ser un padre responsable, acusa la Miss.

- También podría decir yo que andas tú muy agarrotada para ser una mujer comprometida, y no digo nada.

- ¿Cómo que mujer comprometida? ¿Qué más quiere el señor que le hagan?, clama la Miss.

- El señor, no sé lo que querrá pero a mí me bastaría con encontrar a mi mujer en casa y no sólo a un ama de cría, dice el Heredero.

- Pues te lo podías haber pensado antes de hacer un hijo…

En éstas que se oye la puerta y salen los dos disparados. Les sigo. La Miss se enfrenta con mi humana.

- Mira que os lo he dicho, no saquéis a la Niña, no la saquéis que tiene que dormir.

- La niña ha dormido plácidamente, responde mi humana.

- Todo lo plácidamente que se puede dormir en medio del barullo, claro, responde la Miss.

- Mira, guapa, no te pongas fundamentalista, que a los niños les conviene salir a que les dé el aire…

No le deja terminar. La Miss descubre el letrerillo en la capota.

- ¿Qué es esto?, clama.

- Un cartel. Hemos ido a la manifa de Sol y hemos querido que se notara que esta Niña va a ser una persona decente, responde mi humana, con ese punto chulín que le sale a veces.

- Lo que me faltaba por oir, vamos hombre, mi hija en una manifestación de broncas, dice la Miss.

- Tu mujer está un poco atacada de los nervios ¿no?, mi humana se dirige al Heredero.

- Déjalo, mamá, y no lo empeores, te dijimos que no sacarais a la Niña, no había pasado nada porque os quedarais en casa, dice él.

- Tampoco por sacar a la Niña, creo yo, pero si os hemos molestado, oye, otro día nos quedamos en casa y ya está, tercia mi humano alfa.

- Es que no va a haber otro día, contesta la Miss, y a este paso me tengo que pensar si vais a ver mucho a la Niña.

Recogen sus cosas, que los nuevos padres van a cualquier sitio como si se trasladaran de casa, y se van.

- Cachorro flauta, vamos hombre, mi Niña cachorro flauta, lo que me falta por ver, se oye a la Miss en el descansillo mientras llega el ascensor.

jueves, 26 de abril de 2012

La que se nos viene encima

Va a ser verdad que las desgracias no vienen solas.

He estado tanto tiempo obsesionada con el fenómeno de La Niña que no me he percatado de los cambios que se producían en otros humanos de mi alrededor.

- Tu madre está un poco rarita, le dijo un día la Miss al Heredero.

- Mi madre es rarita, de toda la vida, en esa rareza está su gracia, respondió el Heredero, más bien desabrido. (A éstos se les está olvidando el modo beso al que nos tenían acostumbrados)

Yo no me había percatado de esas nuevas rarezas nada por dos razones:

a.- Toda mi atención está puesta en la Niña, que es el centro de gravedad de mi humano alfa.

b.- Mi humana no es que sea rarita, es que es rara de narices, si se me permite la expresión. O sea, que partimos de un nivel muy elevado de rarez.

He de añadir que, en mi opinión, los humanos son raros, en general. Luego, hay algunos más raros que otros. Mi humana es de la clase plus.

Una de sus manías es que no hay jefe de su gusto. El mejor de todos, es un tontol’haba, a su manera de ver. Ya es casualidad que le vayan a tocar siempre los peores, me digo. Ella lo explica diciendo que los intereses de los jefes no coinciden con los suyos, que es una manera de explicarlo como otra cualquiera.

En diciembre, hubo cambio de jefe y parecía que se iba a quebrar la racha. Por primera vez, le ponían a una mujer, doña Lurditas, y, como ella es tan feminista, pensé que iba a limar sus fobias. Llegó a casa tan contenta y, cuando Mamen le comentó que la jefa parecía un poco siesa, ella dijo que en peores plazas habían toreado sin devolver el toro a los corrales.

La dicha ha durado poco. Al mes ya empezaba a poner pegas a doña Lurditas, a los dos meses la susodicha alcanzaba el nivel de tontalculo, pasó enseguida a la categoría de giliposhas y a estas alturas estamos en la fase de cuesta abajo y sin frenos.

- ¿Qué tal el día?, pregunta mi humano cuando llega a casa.

- Bien, responde ella con cara de mírame y no me toques.

- ¿Bien? Pues parece que traes mala cara, insiste él.

- ¿Mala cara? ¿Qué cara voy a tener con el panorama que hay allí?, salta enseguida.

Y así empieza el rosario de descalificaciones a la jefa.

- Es una indocumentada, una niña pija que no sabe lo que es tener que buscar trabajo, una tontilla que no ha cobrado una nómina en su vida, una apparatchik que no ha cotizado jamás ni sabe lo que es eso…

- No será para tanto… interrumpe, a veces, mi humano.

- ¿Cómo que no es para tanto? Si, encima, se ha rodeado de los más tontos porque no puede ser casual, tienen que haber sido seleccionados aposta. Todos del Opus, uno autista, otro acojonado y otra irresponsable.

- Se puede ser del Opus y no ser tonto, aventura mi humano.

- Se puede, pero se da muy raramente, de hecho yo no conozco ninguno, responde ella, en plan borroka perdida.

- Si no tienes más que verla, mírala, respondiendo en el Congreso como si ella fuera Demóstenes y el resto unos párvulos. Va de sobrada por la vida, como si no tuviera cinco millones de parados en sus cuentas y le van a dar una leche de mucho cuidado, insiste.

- Déjala que vaya como quiera y cuando se pegue la torta haces otra muesca en tu culata, le aconseja mi humano para quitarle hierro al asunto.

Pero ella vuelve un día y otro al mismo tema, como antes hiciera con don Valeriánico y antes con don Tino y antes con don Chuchi. Mi humana es de piñón fijo, ya se lo he dicho, pero es cierto que ahora está particularmente picajosa.

- Van a desmantelar el estado de bienestar, protesta un día.

- Se han cargado los derechos de los trabajadores, acusa otro.

- Todo por lo que hemos luchado, a tomar por saco, insiste el siguiente.

Demasiado machaque para ser solo una rareza. Tenía que haberlo advertido pero la Niña me tiene absorta, me pasa con ella como a mi humana con sus jefes: estoy un poco obsesionada.
Hasta que la semana pasada vino y lo soltó:

- Creo que voy a jubilarme.

O sea, era eso, que se jubila. Quiere decir, ya no va a desfogarse en el trabajo, tendrá que hacerlo en casa. Todo el día aguantándola, no sé si voy a ser capaz de resistirlo.

- ¿Ya te lo has pensado bien?, pregunta mi humano, siempre solícito.

- Me han echado las cuentas y creo que no salgo mal parada, dice ella.

- Pues como a ti te parezca mejor, responde. Mi humano, por si no se han dado cuenta, siempre se pone parte de ella, mucha majadería tiene que ser lo que diga para que él le lleve la contraria. Lo cual tiene su mérito, no crean.

Le anima, sí, pero estoy segura de que piensa lo mismo que yo: la que se nos viene encima.

jueves, 29 de marzo de 2012

La huelga


Esta Niña nos va a traer la ruina. Lo llevo diciendo desde que nació y no me hacen mucho caso pero cada día es más evidente.

Hoy, por si no lo saben, ha habido huelga general. Mi humana lleva una semana dando la barrila para que todos hagan huelga, que este gobierno está destrozando todos los derechos de los trabajadores y los avances sociales que tanto han costado. La Miss dice que ella no puede porque está de permiso maternal.

- Pues haces huelga de consumo, no compras nada ese día, como si fuera domingo, propone mi humana.

- ¿Qué más da que se compre un día u otro?, insiste la Miss.

- Pues no da lo mismo, es el valor simbólico de la omisión del gasto en ese día justamente.

El Heredero dice que él no puede permitírselo, que ahora es padre y una familia tiene muchos gastos. Aparte de que no están los tiempos para arriesgar empleos.

- Pues verás qué mundo vas a dejar a tu hija como prospere esta reforma laboral, protesta su madre.

Cuando se quedan solos, la Miss le comenta:

- Tu madre cada vez está más talibana.

- Hay otras cosas peores, responde el Heredero sin mirarla siquiera.

- ¿Lo dices por mi mamá?, pregunta ella.

- Lo digo en general. Que hay cosas peores que ser talibana como mi madre.

La Miss tuerce un poco el morrito. Se nota que la conversación entre ellos no está muy fluida. Para mí que es por la Niña, ya se lo he dicho.

Eso fue el sábado. Ayer, le echó un chorreo a mi humano porque se olvidó de comprar tabaco.

- Mañana lo compro, por una cajetilla no pasa nada, alega él.

- No pasa nada, solo que eres un esquirol tabaquero, contesta mi humana.

Él se calla porque es poco dado a discutir, al contrario que ella, que le va la marcha dialéctica.

- Vergüenza me daría, rezonga la humana pidiendo guerra.

Esta mañana, aunque no iba a trabajar, se ha levantado pronto, arrastrando a mi humano en el madrugón.

- ¿Dónde vas tan pronto?, pregunta él.

- A ver lo que pasa por la calle.

Desayunan en la terraza aprovechando la buena temperatura del día. En la puerta del Carrefour un grupo de jóvenes trata de impedir que abran al público. Vocean consignas a favor de la huelga y corean insultos a la policía, que empieza a llegar por docenas. Un vecino dice que cerca de nuestra calle una furgoneta policial ha atropellado a un piquete.





 

- Se han puesto en mitad de la calle y los policías no han podido evitar el atropello, explica el vecino. 

El piquete de abajo también debe de conocer el incidente porque sus consignas aluden a atropellos, aparte de llamar asesinos a los policías, directamente. Nuestra calle se llena de furgonas y de policías vestidos como los hombres de Harrelson que toman posiciones en la puerta del supermercado.

El grupo de jóvenes, con pinta de estudiantes, sigue voceando sus consignas con aire festivo. Uno de ellos, abre los brazos en cruz y grita a los polis:

- Miradnos a los ojos, somos jóvenes y buena gente, no somos malos.

De pronto, los hombres de Harrelson se ponen en marcha y lanzan una carga contra el piquete que sale por pies calle arriba. Un grupo de policías agarra a un joven caído en el suelo y le apalean a conciencia. Mi humana va a por la cámara de fotos y se pone a disparar en modo metralleta, al tiempo que protesta acaloradamente.

 

- No hay derecho, no pueden hacer eso, luego dicen que los insultan.

- Lo que no se puede hacer es llamar asesinos a los policías y que no pase nada, responde mi humano.

- Ah, ¿no? ¿Qué tienen que hacer, entonces, liarse a tiros para que se lo llamen con razón?, se lanza por la tremenda mi humana.

- No he dicho eso, digo que entre los piquetes los hay que saben bien cómo tocar los huevos, responde él.

- Y por eso hay que apalearlos en el suelo y entre varios, sigue ella.

- Cuando sales en piquete sabes que das y te pueden dar, razona mi humano.

- Pues muy bien, ahora bajas y les dices que te ha parecido muy bien y que vayan entrenando a sus hijos en ese método y a ver qué gracia te hace si un día la Niña se manifiesta y una panda de polis de esos la apalea en el suelo. Total, ya sabe a lo que se expone.

Touché, me digo. Ya ha sacado a relucir a la Niña para darle en los bajos. Efectivamente, mi humano se revuelve enfadado.

- Cuando te pones así es que no se puede hablar contigo, le dice.

- Ah, soy yo la que se pone así, mira por dónde, protesta ella.

A todo esto, han ido subiendo el tono de voz en parte por el enfado y en parte porque también en la calle ha aumentado el ruido. Un policía mira hacia arriba y le dice al compañero:

- Jodo, no sé qué es peor si aguantar a un piquete o a esa de allá arriba…

Le salva que ella no lo oye porque empieza a estar un poco sorda y yo, que tengo un oído fino, no pienso contárselo. Me tiendo al sol y me hago la dormida mientras pienso en lo felices que éramos en la era a.d.N. (antes de la Niña).

lunes, 19 de marzo de 2012

La rebelión de las hormonas

Mi humana tiene fama de bruja. Ella lo cuenta riéndose, como que fuera una gracia. De vez en cuando se adelanta a dar alguna noticia, en parte por pura chiripa, en parte por el cálculo de probabilidades y en parte porque es mitad cotilla mitad observadora, pero ella cree que tiene poderes sobrenaturales. Los demás hacen como que se lo creen.

Mi humana lleva días diciendo que los chicos están pasando por una crisis. Mi humano dice que lo que pasa es que están cansados porque la Niña les absorbe toda la energía y ha tenido la genial idea de proponer que vengan unos días a casa para que les puedan ayudar en el cuidado de la cachorra y ellos puedan descansar.

Yo les escucho a ambos y, por esta vez, me alegro de no hablar su mismo idioma. Porque no quiero darles un disgusto, pero el asunto pinta mal. 

Parece que al Heredero y a la Miss les ha costado decidirse pero, finalmente, aceptaron pasar una semana de gorra en casa de los abuelos.

Como ya he contado, comparto habitación con la Niña. Pasando por alto otras menudencias, eso significa que soy testigo –involuntaria, pero testigo- de lo que hablan la nueva mamá y el nuevo papá. Y de lo que no hablan. De cómo se miran.

La Miss ha sufrido una mutación después del parto. Me dirán: todas las mujeres cambian después de parir. 
No, el suyo es un cambio que no tiene nada que ver con su aspecto, más sutil y más profundo. Empieza por la mirada, que recuerda a la de las gatas en puerperio; sigue por la forma de moverse, como si estuviera al acecho de que le fueran a robar, y continúa en la manera de tratar al Heredero.

En ese punto es donde primero me percaté de que la Niña había cambiado el status anterior. Antes de su llegada, la Miss era toda dulzura y las palabras que cruzaba con el Heredero rezumaban almíbar a chorros.

- Sí, cariño. Lo que tú digas, cariño. Sí, mi vida.

Ese tipo de empalago que, a fuerza de repetido, acababa por resultar natural en ella. Pero no eran solo las palabras, también la forma de mirarlo. Una manera que viene a decir: Este lo quiero para mí.

El Heredero había tenido muchas novias antes de la Miss. Era lo que mi humana llama un “picaflores”. Hoy con una, mañana con otra, sin complicaciones ni compromisos. Nunca tuvo intención de casarse y de hijos, ni pensar. Pero llegó la Miss y puso en marcha la “Operación Gota Malaya”.

Tengo que decir, a quienes no la conozcan, que la Miss no necesita de ninguna estrategia frente a un humano macho normal. Pero el Heredero no es muy normal. Así que llegó la Miss, le hizo ojitos, una chica que quita el hipo, y se le puso melosa. Lo que tú digas, cariño. Sí, cariño. Y el Heredero, gota a gota, empezó a ponerse tierno.

De ahí al matrimonio hay un trecho pero la Miss le fue subiendo poco a poco al tobogán y cuando ya estaba arriba le dio un empujoncillo. Zasss. Un bodorrio de altos vuelos en el pueblo de mi humano alfa. Aún no hace un año que se casaron y ya ven.

No sé si lo ven pero yo se lo cuento. Desde que ha nacido la Niña, la Miss ya no mira al Heredero con ojos de vaca enamorada, tampoco repite con la misma insistencia el sí cariño, lo que tú digas cariño. Ahora, la Miss mira a su Niña como la Luna debe mirar a la Tierra, con cuidado de no perder la órbita. Al Heredero le ha sacado de la órbita y le hace el caso justito, justito para que no parezca una visita.

Nada sin mi Niña, es su lema. Otro, la Niña es mía. A los demás se la deja con cuentagotas según su santa voluntad. Con mi humano también lo intenta pero él hace como que no la oye y coge a la Niña cuando quiere. Es el único que se salva. A mi humana, en cambio, la tiene a raya.

Hace unos días, el Heredero entró en la habitación sigilosamente, mientras la Niña dormía. No había llegado a la cuna cuando ya estaba la Miss encima.

- ¿Qué vas a hacer?, le preguntó en plan ordeno y mando.

- Quería ver si se había despertado, respondió él, con un tono de sumisión totalmente desconocida.

- Pues me lo dices y ya te digo yo que sí que está dormida, oigo a la Miss. 

El Heredero se calló. Quién te ha visto y quién te ve, pensé.

Estaba pensando en ese cambio tan radical cuando en un programa de cotilleo de la tele –de esos que mi humana dice que no ve- oigo que a una famosa le preguntan por su cachorro.

- Es el hombre de mi vida, ni su padre ni nadie, él es mi único amor, responde.

Mi humana, que está al quite, comenta:

- Otra a la que se le ha puesto la hormona de punta. Va a ser verdad que algunas mujeres lo único que esperan de la vida es ser madres.

Como sea eso lo que le pasa a la Miss no es nada la que nos espera.

lunes, 5 de marzo de 2012

Las visitas


No era para tanto. Le doy demasiadas vueltas a la cabeza porque estoy todo el día sola. He visto a la Niña y se lo aseguro: no es para tanto. No sé a qué viene tanto jaleo. Es un rebujillo de poca carne, lanas y telas. 2 kilos, 250 gramos pesó al nacer.

- Está por debajo del percentil, explica la Miss.

Quiere decir que ha nacido canijilla pero nadie se atreve a decirlo en voz alta. Al contrario, aclaran que tuvieron que abrirle la tripa porque la niña tenía sufrimiento fetal y menos mal que el médico estuvo atento. Que enseguida cogerá peso y será una fortachona pero, la verdad, la ves ahora y da grima. Lo que les digo, una canijilla.

Me la trajeron el sábado que, a lo que parece, ha quedado instituido como Día Oficial de la Familia Unida.
La llevan de un sitio a otro en una silla de coche en la que la Niña parece aún más pequeña. Porque no hay sillas de la talla subpercentil.

Para que entiendan cómo fue la entrada de la Niña en casa sólo puedo remitirles a la entrada del Papa en la Plaza de Colón. Menos el papamóvil, lo demás idéntico.

El Heredero, con la silla en la mano, la Miss detrás sin perder de vista a su cachorrilla. Mi humana babeando. Y ahí tienen a mi humano alfa que le arrebata la silla, se viene a mi habitación, pone el trono encima de mi sofá, libra al rebujillo de sus ataduras y la coge en brazos. Me la va a enseñar, pienso, ahora me la enseñará. Pues no, la coge y se la lleva. La Miss hace ademán de interceptarle el paso.

- No deberías cogerla, es su hora de dormir.

- Ya, dice mi humano. Y se la lleva al salón.

Me ignora. Me ignora totalmente. Como si no existiera. Vuelven al cabo de un rato. La Miss sigue con que la Niña tiene que dormir. Mi humana asiente. El Heredero, mudo. Mi humano alega que la Niña lo que necesita es conocer a su familia lo antes posible y que él es su abuelo.

No te fastidia. Ganas me dan de recordarle que él es un abuelo postizo pero estoy intentando retirarme de los pensamientos negativos.

Por fin, entre todos consiguen que abandone a su presa y mi humano deja a la Niña en una cuna plegable que han comprado los abuelos para cuando venga a casa. La Miss me mira con cara de agente de la Guardia Civil en control de alcoholemia. 

- ¿No deberíamos sacar a la gata de la habitación de la Niña?

Es posible que la maternidad afecte también a la memoria porque esta habitación ha sido siempre la mía. Mi humana me mira con ojos de sospecha. El Heredero tiene una cara de aburrimiento que no puede con ella. Y entonces, mi humano alfa vuelve a coger a la niña y me la trae.

- Mírala, Poe, es pequeñita y tienes que tener cuidado con ella, me dice.

Yo trato de hacerme la interesante y vuelvo la cabeza, como que no me importa lo que dice. Él insiste.

- Mírala qué guapa es ¿A que se parece a su abuela?

La miro de reojo. Mi humano está perdiendo el juicio. Vamos, decir que ese rebujillo es guapa es estar ciego perdido.

Me acaricia con una mano pero es a la Niña a quien tiene en brazos. La Miss insiste.

- Creo que es mejor sacar a la gata de la habitación.

- Dejamos la puerta abierta para que salga si quiere, propone mi humano alfa.

Por fin se van. La Niña se rebulle. Me asomo un poco. Pensar que esa cosa insignificante ha venido a quitarme el puesto, me encorajina más. Me vuelvo a mi sitio, debajo de las almohadas. A pensar y a esperar que se vayan. En vano. No sólo no se van ellos sino que viene más gente.

Mamen y su Charly, los primeros. Mamen es una loca de la vida, buena gente, pero loca de la vida. Mi humana habla siempre bien de ella, (lo que ya es un mérito) asegura que es la más inteligente, la más divertida, la más guapa, la más interesante y la que más ha ligado y ligaría si ella quisiera. No lo dudo pero tal como yo la veo, una loca de la vida. Claro que para aguantar muchos años a mi humana y a su Charly, muy normal no se puede estar.
Bueno, pues Mamen entró directamente a mi habitación y cogió a la Niña en brazos.

- Puedo cogerla, ¿verdad?, preguntó a la Miss, cuando ya había le hecho la revisión.

- No deberíais, que se va a acostumbrar a los brazos, responde la Miss, con cara de circunstancias.

- Ah, pues muy bien, que se acostumbre, que se acostumbre, le dice Mamen.

- Claro y cuando llore por las noches te llamamos para que vengas a dormirla, se queja el Heredero.

- A ti ¿qué te pasa? ¿No estás contento con una niña tan bonita?, se sorprende la amiga del alma.  

- Sí estoy contento pero la vais a malcriar entre todos. Y luego lo pago yo, se lamenta el padre.

Le miro y me doy cuenta que al Heredero se le está poniendo una cara rara. Miro a la Miss y compruebo que la maternidad no le ha sentado bien a la expresión. Mamen, que es más lista que todos los demás juntos, también ha debido de percatarse de algo.

- Oye, qué guapa estás, no parece que hayas parido, le dice a la Miss, con voz de falsa.

- La cesárea es lo que tiene, responde ella, un punto desabrida.

- ¡Qué bonita está la cosita esta!, insiste Mamen, yo creo que ha ganado peso desde que nació…

La Miss pugna por cogérsela para devolverla a la cuna cuando aparece mi humano.

- ¿Has visto cómo se está poniendo de guapa? ¿A qué parece más mayor?, le dice.

- Eso mismo estaba diciendo yo, corrobora Mamen.

- Ciento cincuenta gramos más mayor, señala el Heredero.

- Oye, como te pongas así de tonto cojo a la Niña y me la llevo a mi casa, vamos, hombre, a cualquiera que se le diga, una niña así de bonita y tú con esa cara desaborida, amenaza la amiga. 

- No le hagas caso, es que se está haciendo un poco viejo, explica mi humano.

El Heredero se va. La Miss ordena que dejen a la Niña en su cuna.

- Ahora mismo, responde mi humano. Coge el rebujillo de manos de Mamen y la descubre las piernas.

- Mira que pierninas más torneaditas que tiene.

Cuando creo que no voy a poder soportar más tontería, llaman al timbre. Más visitas. Llegan las holandesas.
Justo, las que faltaban. La holandesa madre abraza a la Miss y le grita que está guapísima y cómo lo ha hecho para perder todos los kilos en un pispás. Eso dice: pispás. La duendecilla se viene directo a mi habitación. Se asoma a la cuna, coge el chupete de la Niña y se lo mete en la boca. A la Miss le va a dar el parasiempre, me digo. Sale de la habitación y enseña el chupete como un trofeo.

- No cojas las cosas de la Niña, le amonesta tibiamente la holandesa madre.

Mi humana coge el chupete y al momento vuelve con otro nuevo que deja en la almohada de la Niña.
Entonces, la duendecilla se acuerda de la vieja cantinela.

- ¿Dónde está el gatito?, pregunta.

- Es gatita y está descansando, anda, déjala, responde mi humana.

La Niña y yo tenemos un momento de sosiego cuando por fin salen todos de la habitación. Un momento, he dicho, porque al instante vuelve la duendecilla, levanta los cojines y me advierte.

- Si arañas a la Niña te cortan las uñas…

He aprovechado el resto del fin de semana, que mis humanos han estado fuera, para informarme en internet si hay algún lugar donde las gatas repudiadas por los humanos podamos pedir asilo político. 

domingo, 26 de febrero de 2012

Depresión post parto


Estoy deprimida. Es lo que pasa por estar tanto tiempo entre humanos. Te contagian sus neuras.

Mi humano alfa, que hace gala a tal definición de forma redundante: es muy humano y muy alfa, le pregunta a veces a la humana.

- ¿Crees que la Poe es feliz en esta casa?

- Motivos tiene para serlo, que vive como una reina mora, pero si quieres la llevamos a un psicólogo a ver que dice, responde ella con la mala sombra que le caracteriza.

Yo les oigo y así voy conociendo la naturaleza humana, que me río yo de la evolución de la especies. Pero mira por donde, ahora resulta que caigo en lo mismo que tantas veces he criticado para mis adentros. Estoy deprimida, sí.

Deprimida y temerosa, creo. Llevo toda la semana sola en casa, ya ven en qué he quedado. Mis humanos no han aparecido más que para dormir. Por la Niña, claro. La Miss ha estado toda la semana en el hospital curándose la cicatriz de la tripa hasta el sábado que le dieron el alta y se fueron a su casa. Allí que se fueron también los santos padres vascos y mis humanos con la intención de tomar posesión de la Niña. La Miss los recibió con esa sonrisilla entre conejo de campo y greta garbo que ella pone, los sentó en el salón principal de la casa, les ofreció de beber y, ya caldeado el ambiente, les soltó:

- Nos alegramos mucho de veros juntos porque así no tenemos que repetirlo. En esta casa sois siempre bien recibidos y nos alegra veros pero que sepáis que para cuidar de la Niña estamos sus papás, vosotros podéis venir de visita cuando queráis pero la Niña tiene un horario que es sagrado y no se puede entrar en su habitación a cualquier hora.

El Heredero no abrió la boca. Los demás, tampoco. Mi humano tiene una habilidad que yo admiro mucho pero que a la humana le pone de los nervios: escucha, no pía y luego hace lo que se le pone. En consecuencia, cuando la Miss terminó su discurso se levantó, se fue a la habitación de la Niña y se quedó el tiempo que quiso. Luego volvió al salón como si tal cosa e informó a los presentes.

- La he puesto el chupete porque parece que tiene hambre.

- No puede tener hambre porque acaba de mamar y el chupete lo tenemos en previsión de necesidad extrema, no queremos que se acostumbre porque luego le salen los dientes malformados, respondió la Miss.

- Habrá mamado pero se rebullía en la cuna como que tuviera hambre, con el chupete se ha quedado tranquila. Y ahora mismo no le van a salir los dientes… arguyó mi humano, que se ha tomado muy a pecho la condición de abuelo.

- Bueno, pero procura dejarla descansar en su habitación, refunfuño la Miss.

- Claro, claro, si ahora descansa mejor y sólo la he cogido un momento.

- ¿La has cogido en brazos?, bramó la Miss.

- Solo para darle un achuchón y que sintiera el calor familiar, explicó mi humano.

Todos menos él se han cogido rebote con la Miss y, por extensión, con el Heredero. Mi humana todo lo filtra a través de la psicología, porque ella se relaciona mucho con sus amigos argentinos, así que ha llegado a casa y ha hecho un diagnóstico de precisión.

- La Miss se cree que es la primera mujer que ha parido y el Heredero nos ha salido calzonazos, ya ves tú.

Los santos padres deben de estar bramando. A todo esto, que Ignacio quería chico. No se atreve a decirlo porque mi humana le brearía pero es de los que piensan que las mujeres, incluidas las suyas, son género de segunda categoría y para sus negocios él quiere material de primera. Por eso, anda como remolón. Está contento, claro, porque es su primera nieta, pero nada comparado a que hubiera sido chico.

Gigi había comprado a la Niña ropa suficiente como para poner una sucursal de Prenatal. Pensaba que iba a ocupar su tiempo jugando a abuelas y nietas y su hija le ha chafado el plan.

Mi humana se había hecho ilusiones de hacer de la Niña un modelo infantil a su imagen y semejanza. Todos se han encontrado con Agustina de Aragón defendiendo a su cachorra como si se tratara del Sitio de Zaragoza.

- Se le ha puesto la hormona de punta y está como una leona defendiendo a su cachorra, concluye mi humana.

Toda la semana sola en casa, sin nadie que me dirija la palabra y hoy vuelven y me ignoran absolutamente. No hay más tema de conversación que la Niña y me temo que la historia no ha hecho más que empezar.

Así que no les preguntes por nada de lo que suceda en el mundo. Podría desencadenarse la tercera guerra mundial y no se enterarían. Me he quedado con las ganas de saber con más precisión qué ha ocurrido esta semana en Valencia. Por qué no hay dinero para calefacción en los colegios en el mismo lugar que sí lo hay para organizar grandes acontecimientos deportivos. Por qué cuando los estudiantes se quejan les zurran a ellos en vez de zurrar a los responsables del presupuesto. Por qué el responsable de la zurra considera enemigos a los estudiantes, cuyas familias pagan los impuestos que costean su salario, y no a quienes despilfarran el dinero. Por qué todos critican la zurra a los estudiantes pero nadie cesa a quien ordenó zurrar.

Por eso estoy deprimida. Estoy sola, nadie me hace caso y no entiendo lo que ocurre. Y, para colmo, soy la única que no conozco a la Niña, no han tenido el detalle de traerla para que la viera.

martes, 21 de febrero de 2012

La Niña

 Ya. Ya ha nacido la cachorra. La Niña, que dicen mis humanos. LA NIÑA.

La Miss ingresó para un parto programado y, por algún misterio a los que tan dados son los humanos, una vez en el hospital decidieron hacerle una cesárea.

Cuando oí lo de la cesárea pensé que le habían hecho la ola. Yo creía que una cesárea era una cosa majestuosa, como imperial y me parecía apropiada para la Miss, que es tan señorial en sí misma, pero enseguida me he enterado de que una cesárea es una operación en la que te abren la tripa y te sacan a la niña.

Me ha dado pena por la Miss, lo que va a sufrir este verano si no puede ponerse el bikini. Creo que soy la única a la que le ha dado pena, los demás están todos encantados, ya lo ven.

Podría decir que he asistido al parto pero mentiría. A pesar de que el parto ha sido en una clínica privada, no dejan entrar gatas. No obstante, he oído tantas veces contarlo que puedo referirlo con mucha aproximación.

Metieron a la Miss en el quirófano. En la salita, esperaban el Heredero, mis humanos alfa y los santos padres vascos. A la media hora, Ignacio propuso a los hombres bajar al bar a tomar un güisqui porque ya no aguantaba más la presión. El Heredero parecía dispuesto pero mi humano dijo que no, que él se quedaba porque quería ver a la Niña en cuanto naciera.

Gigi miró a Ignacio y a mi humano alfa, alternativamente, como diciendo:

- A ver si aprendes.

Mi humana miró a su chico y a Ignacio, alternativamente, como diciendo:

- Ahí queda eso.

El santo padre vasco parece que no es muy sensible al lenguaje visual porque, con esas, se cogió al yerno y se fueron al bar. Volvieron justo a tiempo de ver salir del quirófano un rebujito de toallas sobre una camilla empujada por una enfermera.

- El padre puede pasar, los demás tendrán que esperar, dijo.

Entró el Heredero por la puerta prohibida y los cuatro restantes se pegaron a la conductora. Ignacio sacó su cámara de fotos, dispuesto a inmortalizar el instante. Mi humano alfa abrió un poco el rebujito de toallas y se paró el mundo. Ahí estaba LA NIÑA. El mayor prodigio que vieron los siglos.

- No hay una niña más bonita en el mundo, fue lo primero que dijo al llegar a casa.

- Sí, es muy bonita y está muy bien formada, corroboró mi humana.

Antes de eso, el cuarteto dio la nota cuanto pudo en la clínica. Les salva que es de pago, de lo contrario los hubieran echado a los cuatro.

- Ay, mi niña, mi niña, repetía la Gigi como un mantra pero a voz en cuello.

- ¿Por qué han manchado de tinta los pies de la Niña?, preguntaba mi humano.

- A ver, apártese un poco que no puedo encuadrar la foto, ordenaba Ignacio a la enfermera.

El personal de la clínica debe de estar habituado a estas cosas porque atendía con paciencia a unos y otros. Ignacio hizo cuantas fotos quiso, Gigi suspiró reiterada y profusamente, mi humano supervisó la operación de pesado y medición de la Niña, indicó a la enfermera cómo debía vestirla sin dañar sus brazitos, verificó que el ombligo estaba bien pinzado. Mi humana, por una vez, permaneció callada.  

Le duró poco. Si puedo contarles todo esto es porque, en cuanto llegó a casa, mi humana marcó el número de Mamen y se lo contó todo.

- Ay, qué emoción más grande, cómo te envidio, se oía a la amiga por el móvil.

- Que no, mujer, que tú también eres su tía abuela.

Cuando terminó de hacer las llamadas de rigor, se sentó en el sofá, sacó dos kleenex del bolso y se puso a llorar. Tranquila, serena, calladamente. De pura felicidad.

sábado, 18 de febrero de 2012

La duendecilla


Tengo bastante edad y he vivido lo suficiente para saber lo que es importante y lo que no lo es. Importante es que la cachorra nazca bien; no lo es que se demore su nacimiento. Pero aquí tienes a todos poniendo a caldo al cachorrólogo porque ha decidido dar otra prórroga al parto hasta el lunes.

Yo tengo mi propio problema. Como oigo la radio y veo la tele sé que éste no es el momento más adecuado para plantear mi protesta pero quiero decir alto y claro que los humanos no tienen en consideración los sentimientos felinos. Ni siquiera mi humano alfa que es casi perfecto y me dedica muchas atenciones.

Pues diré que ese ser cuasi perfecto me ha cortado las uñas sin miramiento. Es cosa que hace muy raramente, de higos a brevas, pero el sábado tuvimos una visita que le puso en alerta y ese mismo día me cortó las uñas.

Vinieron a comer, como suelen, el Heredero y la Miss, esta vez acompañados de una pareja amigos y su retoña. La pareja es holandesa. La niña viene con una pila de más voltaje que el de su edad o distinta de la de su especie porque no consigue estar quieta un solo momento. Traía un gorrito verde y parecía un duende.

Cuando los ví llegar hice lo que hago siempre: refugiarme entre los cojines del sofá hasta que pasara el temporal. Inútilmente. A la niña de las pilas+ le habían contado que en la casa había un “gatito” y ella entró preguntando directamente por él. Gatito, gatito, decía, y señalaba con el dedo a diestro y siniestro.

- El gatito está durmiendo y no le gusta que le molesten, la responde el Heredero, cosa que agradezco.

- Gatito, gatito, insiste le holandesa bebé.

- Es gatita, le aclara mi humana, y está un poco mayor, no le gustan los niños. Déjala que descanse.

Eso es hablar, me digo, pasando por alto lo de mi edad. No me gustan los niños, no me gustan nada, por si no les había quedado claro. Tampoco me gustan todos los mayores, pero los niños, ninguno.

- Gatito, quiero ver gatito, repetía la niña.

- ¡Como se le meta una cosa en la cabeza no para hasta que lo consigue, en eso ha salido a su papá!, comenta la humana holandesa.

El papá de la pila andante no se da por aludido así que la mamá se siente autorizada a contarnos las hazañas de su retoña. Una larga retahíla de travesuras como para poner de punta los pelos del bigote.

Un día, la duendecilla se encerró en la terraza y otro cerró la puerta de casa cuando la madre había salido a atender al cartero lo que, en ambos casos, requirió la presencia de los bomberos para abrir las puertas. Aunque lo peor había ocurrido en Sevilla.

- Estábamos paseando por la zona de la Torre del Oro haciendo tiempo para volver a Madrid cuando la niña señaló el río Guadalquivir diciendo: ¡piscina grande!, contaba la orgullosa mamá.

La holandesa recordaba que, como son muy modernos, habían matriculado a la duendecilla en natación antes de que aprendiera a andar y la niña identificaba con su piscina toda masa acuosa que veía. El hecho es que no se percataron de que la niña se acercaba a la orilla y se tiraba directamente al agua. Grandes gritos de la madre y allá que va el padre detrás de la retoña que jugaba en el agua como si se tratara, en efecto, de una piscina grande.

- Teníais que vernos, los tres empapados y las maletas en el coche, concluye la holandesa, encantada de ser el centro de atención. 

La niña se desentendió del relato, que ha debido de oir cien o doscientas veces, y siguió por toda la casa buscando al gatito, gatito.

- Ten cuidado con la niña, no rompa algo, advierte la Miss a mi humana, que salió detrás de la criatura y volvió con ella al cuarto donde yo estaba cobijada. La de las pilas+ se tira directamente a los cojines debajo de los que me resguardo. Cuando me descubre, grita como si hubiera visto un rinoceronte.

- ¡Gatito, está el gatito, quiero jugar con el gatito!, repite a gritos y se me echa encima como si yo fuera otro cojín. Yo me asusto, me pongo nerviosa y la bufo. Saco las uñas sin querer. Sin querer hacer daño, me refiero. Pero la niña se clava un brazo en mis uñas y grita más.

- Pupa, pupa, gatito pupa.

La Miss coge a la duendecilla y la separa del sofá. Mi humana me mira con cara enfadada. Todas las mujeres miran el brazo de la niña como si le hubiera desgarrado las vísceras.

- Ya podéis tener cuidado con el gato cuando nazca la bebé, dice la holandesa, un poco mosqueada.

- Es gata, refunfuña mi humana alfa.

A los gritos de la niña vinieron los hombres. Yo quería desaparecer pero no había salida, entre todos tapaban la puerta. Mi humano me coge en brazos y me riñe.

- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué arañas a la niña, no ves que es pequeña?, insiste, como si yo pudiera responderle en su idioma. Yo estoy hiperasustada y creo que voy a hiperventilar, como dice la Miss. Todos me miran. El holandés machaca.

- Deberíais tener cuidado. Un gato en casa es un peligro cuando hay niños pequeños.

Mi humano me devuelve al sillón, pone los cojines por encima hasta dejarme a oscuras y salen de la habitación.

Cuando se despedían, los holandeses entraron en la habitación donde seguía escondida bajo los cojines. La duendecilla me mira muy seria y me dice:

- A la niña no se le araña, gatito malo, y si arañas, la niña te meterá los dedos en los ojos.

Los papás ríen la frase de la niña como si hubiera recitado el segundo acto de Hamlet. 

Mi humano no volvió a mencionar el incidente con la duendecilla pero en cuanto se fueron me cogió en brazos, me sacó a la terraza y me cortó las uñas. Tiene miedo de que arañe a la cachorra pero la primera consecuencia es que sin uñas no he podido abrir el ordenador y menos aún escribir.

No pensaba arañar a la niña ni a ningún otro miembro de la familia pero me ha dejado como una gata con guantes.

Y el lunes, de parto.