martes, 3 de mayo de 2011

Sismo escala 9

No quiero hacer la prueba para no tener un conflicto con la DGT pero estoy convencida de que si ahora mismo le damos las instrucciones oportunas al coche sería capaz de dirigirse él solito y presentarse en el pueblo de mi chico sin mayores dificultades. Tiene que tener grabado el itinerario en las ruedas de tantas veces como estamos haciendo el camino.

El último finde ha sido semi puente en Madrid, comunidad que conmemora y celebra el levantamiento del 2 de Mayo contra los franceses. (No, me niego esta vez a meterme en jardines de interpretaciones históricas. Estoy a punto de saturación).

Una ojeada al servicio de meteorología nos advierte con antelación de que va a llover copiosamente. Ni por esas. Nadie se desanima. Advierto que en Roma van a beatificar al Papa Woytila, ese que medio vació las arcas de la iglesia – que ya es vaciar – para financiar al sindicato polaco Solidaridad y al resto de movimientos reaccionarios para empujar el ya de por sí tambaleante Telón de Acero. Ese mismo que se embelesaba con el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, a quien ponía como modelo y espejo de virtudes aún sabiendo que el espejito de marras era un pederasta.

No es que a mí me preocupe especialmente ninguna beatificación – que no es asunto de mi negociado – pero como últimamente me rodeo de gente afín a esta materia, lo dejo caer por si a alguien se le ha pasado por alto el festejo romano y deciden apuntarse a última hora. Tampoco hay suerte.

Así que volvemos al pueblo a encontrarnos con la tropa de la boda. El enlace real londinense está recientito, como para dar ideas, y mi cuñada está exultante. Lástima que no haya termómetros de interior de cabeza como los hay para tomar la temperatura del vino porque la suya debe estar a punto de ebullición. Si te fijas detenidamente puedes ver cómo le van saliendo ideas por los ojos, por las orejas. Son ideas abstrusas, naturalmente, debido a su naturaleza misma, que se transforman en pura extravagancia después de pasar por su cerebro.

Nos ha costado sudores fríos convencerla de que la Miss no tenía por qué hacerme a mí ninguna reverencia y menos aún a su padre (Vamos, hombre, hasta ahí podíamos llegar). Hemos conseguido con no poca dificultad que descarte la idea de alquilar una carroza para que traslade a la novia de casa a la iglesia, un trayecto que ni dando vuelta por el pueblo llega a los 200 metros. En fin, nos ha puesto al borde del ataque de nervios con sus múltiples propuestas tendentes al absurdo y, cuando creíamos haber salvado los obstáculos, hete aquí que retransmiten la boda para darle más sugerencias.

El viernes, la encontramos en la puerta. Le falta el collar ese de florecitas para ofrecernos un aloha hawaiano, pero ella está igualmente eufórica. Mi cuñada, por si no lo he dicho, ya no cumple los 60, pero ella no se ha enterado, los demás no se atreven a informarle del dato y yo no quiero ser quien le dé el disgusto. En consecuencia, ella sigue comportándose como si fuera una tierna adolescente. Entrada en carnes, en arrugas y en canas, pero adolescente. O sea, totalmente irresponsable. Un ejemplar de esos que te caen en la familia y no te deja más que dos opciones: o le das en adopción o asumes que más cornadas da el hambre, que decía Espartero. Mi chico y yo andamos en esa fase.

Como no podía ser de otro modo, mi cuñada se ha encandilado con el papel que en la boda real británica desempeñó la hermana de la novia, de nombre Pipa, según he podido informarme en el Hola. Y está empeñada en ser la Pipa2. Allá ella. Yo me he limitado a advertirle que en España el protocolo impide que la dama vaya vestida de blanco, como ella pretendía (a añadir al que ya se ha comprado antes del invento). Y, luego, me he apuntado, como si fuera el lema familiar: “Ver, oir y callar” (Lo cual puede traducirse también como: Anda y que te den).

A Gigi se le ha asentado ya la cara, una vez pasados los efectos de la intervención. Y sí, se le ha quedado más tersa, le han desaparecido las arrugas pero yo juraría que se le ha puesto una expresión como de risa bobalicona. También puede ser que nunca me haya parecido muy lumbreras pero ahora, como que quedara más evidente. Estoy por decir que antes era más guapa pero puede parecer que barro para casa.

Mamen también está resplandeciente. La miro detenidamente la frente y veo que la tiene lisa como el culito de un bebé.

- ¿Qué te has hecho?, le digo antes de que se ponga a la defensiva.

- Nada, me he comprado una crema cara, me dice de primeras.

- A otro perro con ese hueso, guapa, que te conozco, contraataco.

- Me he comprado la crema y me la han inyectado, admite, por fin.

- Pero ¿tú eres tonta o es que todo se contagia?, le digo, así de golpe. Luego advierto que mi amiga es lo suficiente mayor para saber lo que hace y añado: Si tú estás guapa sin necesidad de retocarte nada ¿Qué necesidad tienes de hacerte esas cosas?

- Es que ahora me veo estupenda.

- Tú ERES estupenda, insisto. Un poco tonta por hacerte esas cosas, pero estupenda, remacho.

No se lo digo, pero pienso que menos mal que yo iré con todas mis arrugas porque hubiéramos parecido las Trillizas de Julio Iglesias.

Los días amanecen plomizos pero luego el agua se nos pone respetuosa y sólo cae cuando estamos bajo techado. Una lluvia fina en un aire templado. Una lluvia de primavera que ha puesto el campo de dulce y mantiene el pueblo como los chorros del oro.

- Hasta el tiempo se pone de vuestra parte, comenta Begoña a la Miss.

- ¿Tú crees que lloverá el viernes?, pregunta la novia.

- Según el calendario zaragozano, no. Pero si llueve, no olvides que novia mojada, novia afortunada, le anima.

El refranero español es lo que tiene: soluciones para todo y para lo contrario.

Aprovecho un rato que están todos entretenidos para dar un paseo por el campo. ¡Qué hermosura de colores en esta primavera! Todos los verdes se extienden hasta el horizonte en un tapiz apenas salpicado por pincelados ocres: los pajares, algún camino, la ermita…

La ermita está en el término del pueblo vecino pero los paisanos de mi chico han ido comprando todas las tierras limítrofes hasta sobrepasar la ermita de manera que, aún perteneciendo al otro término, la ermita está en tierras del pueblo. Lo cual da lugar a ese tipo de rivalidades a las que somos tan dados los españoles que conducen a interrogantes del tipo ¿de quién es la Virgen que preside el altar?

A mí me gusta el lugar, un otero desde el que se divisa toda la comarca. Me siento en el poyo de la ermita y me brotan los recuerdos igual que las hierbas en la pradera.

Como si se tratara de una película, veo al Heredero bebé, los dientes que no le dejan dormir, la fiebre que no baja, la tos que no cesa, cuando se cayó de la montaña y se fracturó el brazo. Se suceden imágenes de su adolescencia, esa época terrible para él y para mí, los años de universidad, las noches en vela hasta que oía la puerta, los chantajes emocionales, que hacen todos los hijos pero más aún los de padres divorciados.

¡Cómo han pasado de rápidos los años! El Heredero está a punto de casarse, tendrá hijos…

Estoy tan enfrascada que no me he dado cuenta de que se acerca mi chico hasta que lo tengo enfrente.

- Sabía que estabas aquí, dice.

- He salido a estirar las piernas y andando, andando, ya ves.

Nos quedamos aún un rato así, sentados muy juntos, evocando los años transcurridos desde la primera vez que me trajo a este lugar.

- Esa, esa otra y aquella son nuestras, me dijo, señalando otras tantas tierras de labor. Tuyas y mías, quiero decir. Y así fue cómo empecé a echar raíces en el pueblo.

Volvemos a casa. La tele sigue dando imágenes de la boda de los cachorros Windsor. Gigi mira atentamente, mi cuñada no se pierde ripio. El comentarista señala lo que diferencia a esta pareja de los padres del novio, Carlos y Diana de Gales. Alude a la condición de virgen exigida a la madre muerta frente al hecho de que los recién casados hayan convivido durante años sin que nadie lo haya puesto en cuestión.

- No pretenderá que fuera virgen a los 27 años después de ocho de noviazgo, oigo a Mamen.

- ¿Por qué no?, pregunta Gigi.

Y entonces Charly, que por lo común es discreto y raramente mete baza en este tipo de conversaciones, echa su cuarto espadas.

- Porque tendría que ser extraterrestre o de plástico. No pensarás que la Miss y el Heredero se dedican a la meditación zen cuando se quedan solos en su casa, expone de corrido.

- ¿En qué casa?, pregunta Gigi.

En ese preciso instante entendí cabalmente lo que supone un terremoto de magnitud 9 en la escala Richter. A la santa madre se le fue al garete la intervención ojero-facial, no sé si por la sorpresa o el espanto. El padre vasco torció el bigote. La Miss dio un respingo y se quedó como una esfinge, igual de tiesa. El Heredero carraspeó ligeramente antes de responder.

- En la mía. Llevamos meses viviendo juntos, explicó, con voz serena.

Yo estaba dispuesta a saltar a poco que alguien hubiera dicho algo inconveniente contra mi retoño. Pero durante unos segundos – no sé cuantos, a mí me parecieron como dos o tres millones – nadie abrió la boca. Hasta que se oyó la voz de mi chico.

- Vamos a ver, que estamos hablando de dos adultos ¿qué importancia tiene que estos chicos que están a punto de casarse hayan vivido juntos? ¿No será mejor que hayan tenido oportunidad de conocerse?

Por el rabillo del ojo veo que Mamen le lanza una mirada homicida a Charly. El Heredero le echa una mano por el hombro a la Miss.

- ¿Sabes qué pasa? Vosotros sois personas de costumbres ¿cómo diría? más abiertas, dice por fin, Ignacio. Es posible que nosotros seamos excesivamente conservadores en materia de moral y ética pero tenemos a gala que las mujeres de la familia vayan puras al matrimonio.

Estoy a punto de quedarme sin lengua de tanto morderla. A punto también de tirarme a la yugular de Ignacio, ese puro y santo varón que se beneficia a sus secretarias y echa un polvo cada decenio con su mujer.

- Nada, hombre, no tienes que agobiarte por eso, responde mi chico con ese encanto que la naturaleza le ha dado, que siempre parece que no rompe un plato, también nosotros tenemos a gala ir limpios al matrimonio, limpios de corazón, que es donde radica la honestidad, la de las mujeres y de los hombres. Es un principio que hemos inculcado al Heredero. Que atienda y cuide a su mujer, que sea honesto consigo y con ella y no la engañe jamás. Ni de palabra, ni de obra ni por omisión. En cuanto a nuestras costumbres, es verdad que somos bastante abiertos, por eso procuramos compartirlo y hablarlo todo. Nos apenaría que un hijo no se atreviera a compartir sus sentimientos. Hablábamos de eso ¿no? Porque no serás tú de los que defienden que la moral es sólo una cuestión de guardar las apariencias.

Miro a Ignacio, que trata de interpretar las palabras de mi chico, y a Gigi, que tiene los ojos húmedos, y acierta a decir:

- Ay, hija, por dios.

- Mamá, sólo alguien tan ciego como tú o alguien tan empeñado en no ver lo evidente como papá podría vivir tan fuera de la realidad. No os he dicho nada para no heriros pero tampoco puedo vivir como vosotros porque no soy así, explica la Miss con un tono dulce pero firme. Y estoy segura de que vosotros lo que queréis es que yo sea feliz como soy.

- Incluso más, que es lo que nos proponemos, añade el Heredero.

- Los hijos no dan más que disgustos, dice, por fin, Ignacio, recomponiéndose y como zanjando el asunto, al menos delante de nosotros.

Entonces mi cuñada saca su lista prodigiosa y concluye:

- Creo que tenemos ya todo dispuesto para el gran día.

Mamen, trata de recuperar un aire de normalidad a costa de mi chico.
- Vas a ser el único que no lleves chaqué.

- Yo y todos los de mi pueblo, responde, chulín.

4 comentarios:

Tita dijo...

¡¡Bravo, Bravo!! Viva tu chico!!! Eso es un hombre, y lo demás, tonteridas!!!


Vamos, vamos, que me he leido sus palabras 3 veces.

Y lo del chaqué, para morirse ¡el broche de oro!

Abrazos

Uma dijo...

Bueno! pues superado el susto la cosa quedó bien y muchisimo mejor que sepan como son las cosas! no creo en los secretos en las familias.
pero a mi me ha emocionado más la parte en la que recuerdas al niño que fue el heredero.
Y lo de los nietos...una parte importante de todo lo que estoy disfrutando con la niña es por lo ilusionados, emocionados y pletóricos que veo a mis padres con su nieta!
Muchos besos y ánimo para el bodorrio (es la semana que viene ¿no?)

Cruela DeVal dijo...

Qué gran chico es tu chico
Pero eso ya lo sabía.....
Besos

Pilar Abalorios dijo...

Puesta en pié, sostengo la ovación hasta que me duelen las manos, por tu chico, que es sencillamente muy grande y por la suerte (que nunca es tal) de que compartaís la vida, eso sí para compensar te tocó la cuñada, que ya sabes que la perfección es terriblemente aburrida.

Un beso, ya queda poco!!!!