martes, 1 de junio de 2010

Mujeres por la paz


Ni la UNIFEM ni el IWC podían sospechar hasta qué punto su convocatoria iba a resultar tan oportuna para predicar con el ejemplo.

La UNIFEM es el Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer, creado en 1976, dedicado al avance de los derechos de la mujer y la igualdad de género.

En su trabajo de apoyo a las mujeres en situaciones de conflicto ha logrado dos resoluciones del Consejo de Seguridad que son referentes fundamentales: la 1325 del año 2000 sobre la mujer, la paz y la seguridad, y la 1820 de 2008 sobre violencia sexual en conflictos.

La IWC es la Comisión Internacional de las Mujeres por una Paz Palestino-Israelí Justa y Estable, constituida en 2005, en la que participan mujeres líderes palestinas, israelíes e internacionales. Una red de mujeres que trabaja para alcanzar un acuerdo de paz palestino israelí y la creación de un Estado palestino, siguiendo los acuerdos internacionales defendidos por Naciones Unidas, y de la que forman parte abogadas, médicas, profesionales diversas, incluso parlamentarias de la Knesset.

¿Qué es exactamente la 1325? La Resolución de Naciones Unidas que reclama de los Estados miembros que tengan en cuenta la integración de género y la participación de las mujeres plena y equitativamente en todas las iniciativas de paz y seguridad. De paso, demanda un aumento de la representación de las mujeres en la toma de decisiones a la hora de prevenir, manejar y resolver los conflictos, que se apoyen las iniciativas de paz locales de mujeres y se proteja a mujeres y niñas de la violencia de género.

Cuando las mujeres y la Unifem en su nombre, exige la participación equitativa de las mujeres en las iniciativas de paz, lo que está reclamando es un punto de vista diferente al exclusivamente masculino a la hora de sentar las bases para la resolución de conflictos.

Esa es la reivindicación también de la IWC: que los negociadores de Oriente Medio tengan en cuenta la opinión de las organizaciones de mujeres a la hora de sentar las bases de un acuerdo de paz.

No lo tienen fácil las mujeres de la Comisión. Israel no permite que las representantes palestinas entren en territorio israelí ni a las representantes israelíes que atraviesen las fronteras de los territorios ocupados, de manera que para mantener una reunión de trámite han de trasladarse al extranjero, por lo general a Turquía o Malta. Lo cual no siempre resulta fácil y además es oneroso para entidades que se mantienen de sus propias aportaciones o de las, siempre escasas, procedentes de la Unión Europea.

Las asociaciones se mueven, pues, en el filo de la navaja, siempre bordeando el límite de la exclusión.


Me viene a la memoria el grupo de Sindyanna de Galilea, en Kufr Manda, una cooperativa de comercio justo formada por mujeres israelíes y palestinas, algunos de cuyos productos se comercializaban en Cataluña. (Entre otros, un jabón del Mar Muerto, buenísimo para la piel).

Otras, funcionan a la manera de sindicatos: formando a mujeres palestinas, educadas en las ideas tradicionales de que la mujer ha de permanecer en casa, para valerse por sí mismas, proporcionándolas instrucción y orientándolas en los itinerios laborales, tutelándolas. Los ejemplos son abundantes.

España está siendo anfitriona estos días de una Cumbre Internacional de Mujeres de Palestina e Israel, que se prolongará hoy y mañana en el Senado. Van a intervenir el presidente de la Cámara Alta, Javier Rojo, los ministros de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y de Igualdad, Bibiana Aído, y la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género, además de expertos internacionales en gestión de conflictos. El objetivo de la reunión es promover el liderazgo de las mujeres para una paz duradera en el conflicto palestino-israelí.

La elección de estas fechas no ha sido casual. Estaba previsto que el encuentro coincidiera con la cumbre entre Estados Unidos y la Unión Europea que iba a celebrarse en Madrid y que fue suspendida por problemas de agenda del presidente Obama.

Cuando ellos dejaron caer esta cita de sus agendas, las mujeres decidieron mantener sus compromisos. Para ellas, poder reunirse sin fronteras ni limitaciones ya justifica la convocatoria.

P.S. A quienes, como yo, andan estos días acongojados y perplejos por lo sucedido en aguas internacionales: el ataque por parte del ejército de un país a ciudadanos desarmados de otros países no enemigos, me permito sugerir que visiten este blog del corresponsal de El País en Israel, Enric González. No aliviará la congoja ni desaparecerá la perplejidad, pero se le harán más comprensibles.
http://blogs.elpais.com/fronteras-movedizas/2010/06/la-fabula-del-pavo.html

2 comentarios:

Pilar dijo...

Sé que no se puede tirar la toalla, pero dan ganas, de verdad.

Las mujeres que acuden a ese encuentro arriesgan con su presencia, pero ¿sirve para algo?

Me resisto a creer en un mundo en que la mayoría es incapaz de entender que no nos llevaremos nada al otro barrio, si es que tal cosa existe, que el paraiso está al alcance de la mano, si todos nos comprometemos en ello, pero cada día es más complicado no dejarse llevar por la apatía y la indiferencia o esa insidiosa idea de que cómo no sirve, pues para qué.

Shalom significa paz y es como los judíos se saludan, quizás de tanto usarla también esa palabra ha perdido significado.

Anónimo dijo...

Las admiro profundamente, me parece vergonzoso que tengan que reunirse fuera de su tierra, en fin ojalá su lucha sirva de algo en un futuro no lejano.

Me he pasado por el blog de Enric González y salgo con los pelos de punta.

Besos !