sábado, 22 de mayo de 2010

Tacones cercanos


La crisis me tiene de mala leche, lo he dicho reiteradamente. La crisis y sus consecuencias, he de añadir. Particularmente, que me vayan a bajar el sueldo. Lo diré por última vez: de esa decisión me importa lo que me afecta pero me importa más lo que tiene de pérdida de derechos, de regresión social. Y de que lo haya decidido un gobierno que se dice de izquierdas pero que sigue sin tocar un pelo a quienes han roto los platos.


Así que, sobre esta materia, punto final. Y no me tires de la lengua, que me embalo, le dije a mi amiga Mamen cuando me llamó el miércoles para vernos y me sacó el tema.
Mamen es amiga mía desde que éramos jóvenes. La quiero como si fuera mi hermana y aunque somos muy diferentes nos entendemos como si fuéramos idénticas. Mamen no es un tipazo pero es muy resultona. Es lo que se llama un culito respingón.

Ahora ya no nos pasan esas cosas a ninguna de las dos pero cuando éramos jóvenes, podíamos estar veinte chicas en una reunión que entraba ella y las demás no teníamos nada que hacer: se llevaba a todos los chicos de calle. No obstante lo cual, tiene muy buenas amigas, además de mi misma que haría lo que fuera menester si lo necesitara.

Por una rara sucesión de azares, nuestras vidas han ido discurriendo en paralelo de las maneras más inesperadas. Ello nos ha permitido vivir momentos muy especiales. En una oportunidad, tuve que ir a un seminario en Gijón, sustituyendo a una compañera que falló, y en la primera de las ponencias me la encontré porque le habían enviado a hacer la información. Pasamos dos días divertidos, como si fuéramos las jóvenes que fuimos años antes.

La última tarde, decidimos dar un paseo desde la playa de San Lorenzo hasta el Elogio del Horizonte, la escultura de Chillida. Nos sentamos un rato en el acantilado, contemplando el mar cuando, de repente, nos sorprendió el sonido de una gaita que tocaba una melodía hermosísima. Fue un momento mágico. A mí se me saltaron las lágrimas por la emoción, por la belleza del lugar y de la melodía, por la suerte de tener una amiga tan estupenda. Llamamos a mi chico y se lo contamos en vivo y en directo. Porque, por otra de esas casualidades que nos suceden, Mamen era amiga de mi chico antes que yo, es el único eslabón común entre su mundo y el mío.

Mamen es periodista y muy, muy buena gente. Yo la considero uno de los regalos maravillosos que me ha dado la vida. Es también la que tiene esa habilidad de la que hablado en otro post, de preguntar quién es ese gilipollas, media hora antes de que le hagan director general.

Mi amiga y yo nos vemos con frecuencia con nuestros chicos respectivos y de vez en cuando nosotras solas. En estas ocasiones, solemos terminar con una ruta por las tiendas de la zona de Serrano. Comprar, sólo compramos en rebajas y no siempre pero mirar todavía sigue siendo gratis.

En febrero del año pasado, quedamos una mañana que yo tenía libre para echar una ojeada a las últimas rebajas. Cuando empezábamos la expedición, me llamó la miss.

- Que si me dejáis unirme a vosotras, necesito una falda.

La miss no sabe el significado del término “necesitar” pero pasamos por alto esta minucia y la admitimos.

- Te esperamos en Adolfo Domínguez.

Mientras llegaba, nos dedicamos a husmear las oportunidades. Era media mañana y estábamos solas en la tienda. Me estaba probando un abrigo en la sala grande de la planta de arriba y cuando me dí la vuelta me encuentro que entra la princesa Leticia acompañada de uno de los dependientes.

Yo quería advertirla de que tenía a la princesa detrás de ella pero no podía hacerlo porque ambas estaban frente a mí, aunque una detrás de la otra y tampoco era cosa de dar el cante delante de la royal. Hasta que no llegó a mi altura no pude decirla que tenía a Leticia a su espalda.

Entretanto, la princesa no debió de encontrar nada interesante y ya se había dado media vuelta para salir.

- ¿La saludamos?, propuso Mamen.

- Yo no, a mi la realeza, ni fú ni fá, respondí.

- ¿Cómo es el protocolo en estos casos?

- Ni idea, pero da lo mismo porque ya se ha ido y no vamos a salir corriendo detrás de ella para que nos firme un autógrafo.

Yo me compré el abrigo a muy buen precio, por cierto.

A los pocos minutos, llegó la miss.

- ¿No te has encontrado con nadie?, la preguntamos.

- No, a estas horas sólo a vosotras se os ocurre ir de compras.

- A nosotras y a la Leti, chuleamos ambas.

La miss fingió sorprenderse pero yo creo que no nos creyó del todo. Así que siempre que salimos solas, volvemos a Adolfo Dominguez a ver si vuelve a sonar la flauta, dispuestas a inmortalizar el instante con una buena foto. Nunca más nos ha sucedido, pero nosotras seguimos insistiendo.


El miércoles quedamos a comer en el restaurante del museo Thyssen, el menú del día, que no están las cosas para tirar cohetes. Como ya hemos visto la exposición sobre Monet y la abstracción, seguidamente, emprendimos la razia.

- ¿Llamamos a la miss?, propuso Mamen.

- Quita, quita, respondí.

- Si van a seguir juntos, deberíamos espabilarla un poco, insistió ella.

- A nosotras no nos espabiló nadie, argumenté por mi parte.

- Pues mejor nos hubiera ido. Además, yo me he puesto tacones para parecer un poco más alta y no voy a sufrir a lo tonto.

La llamamos. Mamen no tiene hijos y siente debilidad por el heredero. Ahora ya no, porque vamos teniendo una edad pero antes, cuando se le ponía la hormona de punta y le daba la vena sentimental con la maternidad, yo la decía: te lo regalo por una temporada, tampoco para siempre, que eres mi amiga. Ella creía que lo decía en broma pero algunas veces, no sé yo. En la adolescencia del heredero, que fue de antología, juro que lo decía sinceramente. Si lo hubiera aceptado se lo hubiera regalado.
La miss llegó disparada.

- Siento que te vayan a bajar el sueldo, me dijo en cuanto me vio.

- Ni lo toques, ese tema ni mencionarlo, no juegues con fuego, terció Mamen.

Estoy convencida de que la miss cree que somos un par de piradas de la vida, a pesar de lo cual se pirra porque la invitemos a nuestros paseos por Serrano y aledaños. Y como el que algo quiere algo le cuesta, nosotras aprovechamos para aleccionarla.

Es decir, la contamos nuestras batallitas. Si no la interesan, lo disimula bien. Nos tomamos un café, la sonsacamos cómo van sus cosas con el heredero, que parece que bien. A las cinco de la tarde, la miss se despide para volver al trabajo.

La vemos alejarse por la acera del Museo Arqueológico, moviendo el culito como Naomi Campbell, sobre unos tacones que más parecen un andamio. Sólo de verla, me duelen los pies. En cuanto la perdemos de vista, Mamen saca unas bailarinas que llevaba en el bolso y se quita los zapatos de tacón.

- Esta no es tonta, cualquier día nos hace abuelas, me dice Mamen al despedirnos.

- No fastidies, digo yo.

4 comentarios:

Pilar dijo...

Pocos planes me parecen tan sencillamente atractivos como quedar a comer con una amiga, en un sitio bonito.

Me encanta comprobar que somos más las que simplemente paseamos por Serrano, que mirar es muy agradable.

Uma dijo...

Encantada de conocer a tu amiga Mamen! veo que las cosas con la Miss se van suavizando!!
Me encanta el plan de comidita y paseo de tiendas!
besos

Tita dijo...

jajajajajaja, pues como tu amiga Mamen tenga el ojo para la miss como lo tiene para los gilipollas, vete comprando baberos!!!

Debes de ser una amiga estupenda, se nota que la quieres un montón. De decirlo casi ha perdido significado, pero no es cierto: tener un amigo es tener un tesoro.

Abrazos

La de la tiza dijo...

Pilar: ya sé que parece una tontería pero te aseguro que yo superé los momentos peliagudos de la menopausia paseando por Serrano.
Cuando me daba la neura y me ponía llorona, me arreglaba, me subía en los tacones, llamaba a mi amiga y nos íbamos a darnos la charla por el barrio de Salamanca. Como ambas somos pelín peliculeras, siempre encontrábamos a alguien más desgraciadas. Yo volvía a casa como nueva. Me dirás ¿Por qué no escogías el Pozo del Tío Raimundo? Pues no sabría decirte. Probablemente, porque la menopausia tiene algo de irracional.
Uma: a mí también me gusta el plan de comidita y VER tiendas.
Tita: ¿qué va a haber perdido significado? Para mí esa es la biblia de la vida. Si tienes buenos amigos, todo tiene solución.